Medición de la huella de carbono: las bodegas se suman a esta práctica
Ana Viola CEO de Bodega Malma
Ana Viola CEO de Bodega Malma
La conciencia ambiental y la importancia de la medición del impacto de la actividad humana es una tendencia muy importante que está cobrando protagonismo gracias a las nuevas generaciones. El compromiso y la colaboración por un mundo más sostenible pone al descubierto la necesidad de cuidar y medir el impacto medioambiental de las actividades que lo generan. Una de las formas de medir el impacto es mediante la huella de carbono.
Dicha iniciativa tiene como objetivo saber con certeza la manera en la que los gases de efecto invernadero (GEI) contribuyen al calentamiento global y aceleran el cambio climático. Conocer nuestro impacto ambiental es una herramienta para ser parte del cambio de conciencia y tomar acción. ¿El objetivo? Medir el aporte de cada actividad al cambio climático y trabajar en las mejoras en base a buenas prácticas ambientales para reducir o neutralizar las emisiones de gases de efecto invernadero, calculadas como cantidad de CO2 equivalente.
Las bodegas argentinas están plantando bandera y convirtiendo el sector en un ambiente más sustentable. Es importante transformarse, adaptarse y comprender las necesidades actuales con visión a futuro. Es necesario que la bodega, así como cualquier empresa, puedan acompañar la fuerte tendencia internacional en materia de mitigación de cambio climático. Es una forma de cuidar nuestra naturaleza.
La Patagonia, particularmente, es uno de los lugares en que bodegas exclusivas eligieron para plantar sus viñedos y donde los recursos naturales parecen inagotables y el patrimonio natural es el activo más importante de la región. Entender el impacto que genera la actividad humana en el entorno es el primer paso para asegurarnos no solamente de mitigarlo sino de influir positivamente en el medio ambiente para proteger esos recursos.
La sustentabilidad ha cobrado cada vez más importancia en los últimos 20 años dentro de la industria vitivinícola internacional y esta tendencia que se venía dando a nivel global, hoy pasa a ser un tema de alta relevancia con mercados que fomentan estas prácticas y países productores que las adoptan en respuesta.
En 2010 se creó la Comisión de Sustentabilidad de Bodegas de Argentina y con ello un protocolo que incluye un enfoque integral que cubre todos los aspectos referidos a la sustentabilidad ambiental, social y económica de la vitivinicultura.
Desde nuestro accionar, no solamente aplicamos la medición de huella de Carbono; también estamos en proceso de certificación orgánica de los viñedos e incorporamos prácticas como el compostaje de orujo y el manejo natural de las malezas. Creemos que lo sostenible ya no es suficiente y que la agricultura regenerativa es el camino del futuro. La clave de la sustentabilidad es darle más a la tierra que lo que sacamos de ella. Sea oxígeno del aire o nutrientes del suelo.
En tiempos en los que el cuidado del medio ambiente es más que una moda, es necesario apostar por las mejores iniciativas en toda la cadena productiva, empezando por las prácticas agronómicas, el uso racional del agua, las fuentes de energía renovables en bodega, el uso de packaging más liviano, hoy, el factor que más aporta a la huella de carbono en los vinos con botellas pesadas que recorren muchos kilómetros desde los hornos hasta las bodegas y de ahí los mercados.
La apuesta tiene que ser desde la industria pero es crucial un apoyo desde el estado con beneficios impositivos para las empresas que trabajan con responsabilidad ambiental así como un trabajo continuado de promoción en mercados que aprecian el valor agregado derivado de las prácticas sustentables y uno de educación en los mercados que todavía no reconocen el valor del cuidado del medio ambiente.
*La autora es CEO de Bodega Malma