Daniel Adler, especialista en Educación Financiera y Emprendedurismo, habló sobre las negociaciones con el Fondo Monetario Internacional (FMI) y afirmó que: Los años siguen pasando y los errores se siguen sumando. Tal vez por negligencia de nuestros dirigentes, pero la realidad es que ya somos varias las generaciones de argentinos que pagamos los platos rotos de estas negociaciones y, producto de este mal clima socio económico, consumimos información negativa que afecta la toma de decisiones y disminuye la posibilidad de crear nuevos emprendimientos que, en definitiva, es lo que encienden los recursos económico y social de una nación.
Desde Aramburu en 1956, con una primera deuda por US$ 75 millones; pasando por Frondizi, Menem y De la Rúa; el pago contado de US$ 9500 millones de Néstor Kirchner y la vuelta al Fondo durante el Gobierno de Mauricio Macri, que sumó US$ 56.300 millones más, la historia con el FMI ha sido de gran pesar para los argentinos. Nada nuevo, ni bueno, sale desde el Fondo.
Muchas veces, oímos hablar sobre la falta de planes económicos durante un determinado gobierno y lamentablemente seguimos sin tener un rumbo claro en materia económica y social, además de un incremento permanente de planes sociales, números de pobreza que avergüenzan, etcétera. Es momento de poner en práctica una estrategia diferencial y agresiva para dejar de hacer lo mismo que se viene haciendo en los últimos años, es momento de invertir en el activo más valido que una nación tiene y ese activo es su gente.
Un rápido paneo de 65 años vemos cómo las utilidades de todo un país, que llegó a tener el PBI per cápita más alto del planeta a fines del S XIX y comienzos del XX, y que fue considerado el 'granero del mundo', y produce insumos y alimentos para 10 veces su población (450 millones de habitantes); producto de políticas desacertadas, tiene hoy más de 18.400.000 pobres, el 43, 8% de su población.
Es absolutamente indispensable comenzar a aplicar un plan de educación financiera y emprendedurismo para que cada vez más argentinos, no solo estén incluidos en la sociedad, sino que estén motivados a lograr independencia financiera que traccione un nuevo nivel de empleo genuino y de calidad, como así también de políticas empresariales que motiven la creación de nuevas marcas que puedan ser exportadoras de sus productos; y cuando digo productos me refiero a productos terminados, no solo a materias primas.
Tenemos que ser conscientes de que vivimos en un país bendecido y con amplias posibilidades de crecimiento. Tenemos que exigir a la clase política más capacitación y educación, como así también libertad para crecer en manera individual y de esta forma potenciar lo colectivo y social.
*La columna fue escrita por Daniel Adler, especialista en Educación Financiera y Emprendedurismo.