Los inventores argentinos, en desventaja por un anacrónico sistema de patentes

Para patentar sus inventos en el mundo, los inventores y científicos argentinos necesitan gastar mucho más dinero y atravesar muchas más complicaciones y burocracia que sus pares de otros países. Esta diferencia se debe a que Argentina, a contramano de la gran mayoría de los países del mundo, aún no ha adoptado el Tratado de Cooperación en materia de Patentes (PCT), un estándar internacional que simplifica y reduce costos en los trámites de patentes a nivel mundial. Un vistazo a los pocos países que quedan fuera del sistema PCT debería ser argumento suficiente: Argentina acompaña en esta "rebeldía" a Venezuela, Bolivia, Pakistán y un puñado de países más.

Básicamente, lo que hace el sistema PCT es otorgar a los inventores hasta 31 meses para que presenten sus solicitudes en el extranjero, ofreciéndoles así el tiempo necesario para probar sus invenciones y buscar financiamiento. El vetusto sistema argentino, en cambio, solo les da 12 meses. Este desfase coloca a los inventores argentinos en una posición de desventaja, obligándolos a incurrir en enormes gastos iniciales o a utilizar estrategias complejas, costosas y riesgosas, como tramitar sus patentes a través de sociedades en el extranjero o asociarse con personas o empresas de otros países.

Esta situación impacta sobre todo en los pequeños inventores locales, las PYMEs, universidades y centros de investigación en Argentina, quienes podrían beneficiarse enormemente si el país adhiriera este tratado. Argentina se beneficiaría ampliamente de la adopción de este estándar global, no solo por los costos y tiempos reducidos para sus inventores, sino porque le permitiría estar en sintonía con el resto del mundo en la protección de la propiedad intelectual.

La falta de adhesión al PCT también dificulta el acceso de Argentina a tratados de libre comercio y su incorporación a organizaciones como la OCDE, ya que estas relaciones internacionales suelen exigir estándares alineados en protección de propiedad intelectual. Sin el PCT, Argentina limita enormemente su atractivo para la inversión extranjera en industrias relacionadas con la innovación y queda excluida de acuerdos comerciales con grandes economías.

Es importante destacar que la adhesión al tratado PCT no perjudicaría intereses nacionales sino todo lo contrario. Tampoco tendría un impacto negativo en sectores sensibles, como la industria farmacéutica o el acceso a medicamentos, porque el PCT no cambia los criterios de patentabilidad ni extiende la duración de las patentes. Argentina conservaría su soberanía para decidir qué patentes conceder o no, y el plazo de duración seguiría siendo el mismo.

El PCT resulta además indispensable para poder aprovechar las enormes oportunidades que está generando la revolución de la inteligencia artificial. La industria del conocimiento es, por lejos, la industria que más solicitudes presenta con el sistema PCT. No ser miembros del PCT, entonces, nos coloca en enorme desventaja frente a todos nuestros vecinos de la región que ya son miembros, como Uruguay, Chile, Brasil o Perú.