La inteligencia artificial (IA) ha estado en boca de todos desde que comenzó a masificarse su uso. GhatGPT, Copilot, diversas plataformas de diseño, programación y escritura están generando una revolución equivalente a la aparición de internet y están cambiando para siempre nuestra relación con el conocimiento. Gracias a la IA vamos a poder programar sin ser programadores, diseñar sin ser diseñadores, escribir sin ser escritores. Lo importante no va a ser la capacidad de realizar estas tareas, sino la claridad para saber exactamente qué queremos hacer y trasmitírselo al software. En otras palabras, no va a importar tanto el cómo, sino el qué.
Sin embargo, no todo parece ser buenas noticias. Uno de los temores más recurrentes en relación con la IA en las empresas es que su incorporación perjudique a las personas, ya sea por pérdida de puestos de trabajo o por una deshumanización general. Muy por el contrario, la IA puede acercar a las personas entre sí. Ya lo viene haciendo y, siempre que sea utilizada de forma correcta, va a continuar profundizando ese camino.
En primer lugar, la IA permite un servicio al cliente más personalizado. Hoy muchos de los chatbots tradicionales no logran simular el intercambio con una persona y nos pueden dejar con la sensación de que nadie ha escuchado nuestra inquietud. Con los desarrollos actuales, como cualquiera puede comprobarlo al entrar en diálogo con una herramienta como ChatGPT, eso no sucede más. La IA, además, puede adaptarse inmediatamente a una situación de discapacidad (ceguera o hipoacusia, entre otras) y evitar que el receptor se sienta incómodo o incapacitado para continuar la comunicación. En general, estamos frente a una tecnología altamente personalizada y que, al predecir el comportamiento de los usuarios, puede responder mejor que nunca a sus necesidades.
En segundo lugar, la IA facilita la comunicación dentro de la empresa. Para citar un ejemplo simple, en Camuzzi la utilizamos para adaptar comunicaciones duras o muy técnicas para otros sectores de la empresa que no están asociados a ese tipo de vocabulario. Están agradecidos: gracias a la IA hemos conseguido ajustar nuestro discurso técnico a nuestros colegas no especializados y mejorar inmensamente nuestra capacidad de comunicar.
En tercer lugar, la tecnología de IA puede tener como efecto un mejor cuidado de nuestra gente. De nuevo, así sucedió en Camuzzi cuando innovamos en la recolección de datos. Gracias a un desarrollo que hicimos con una empresa local, ahora podemos recoger de forma remota la información que antes requería del traslado de una persona: un empleado debía manejar, por ejemplo, 400km por un camino de ripio para conectar un aparato a una fuente de información específica, para luego llevar esos mismos datos a la oficina para procesarlos. Hoy ya nadie tiene que recorrer ese tipo de distancias, lo que permitió reorganizar los equipos y promover que nuestros recursos humanos puedan volcar más tiempo en tareas que aportan más valor a la empresa.
Por último, la IA ayuda a las empresas a brindar un servicio de mayor valor a la comunidad. La predicción de la demanda que ahora comienza a tener niveles de refinamientos nunca antes alcanzados, y la optimización de los recursos, conlleva beneficios para todo aquel que se relacione con la actividad, ya sean usuarios, empleadores o empleados. Además, gracias a la IA comenzamos a estar en mejores condiciones de anticipar eventuales desajustes en la operación. Y los ejemplos podrían seguir. Lo cierto es que lejos de desconectarnos y deshumanizarnos, la IA representa una magnífica oportunidad para que las empresas se acerquen a su gente, a sus clientes y a la comunidad en general. Como dijimos, nos pone en mejores condiciones de brindar soluciones ajustadas a las necesidades de todos, más personalizadas y eficientes. Y nos permite delegar en ella tareas más complejas que antes eran realizadas por personas.
Con la inteligencia artificial de aliada, será posible como empresas estar bien enfocadas en nuestros proyectos, pensar bien y creativamente en aquello que queremos hacer. En la medida de que esas tareas sean orientadas a mejorar la vida de las personas seremos capaces de construir un futuro cuyos alcances estamos todavía lejos de poder imaginar.
*La columna fue escrita por Ernesto Pico, gerente de Sistemas y Comunicaciones de Camuzzi