El dólar vuelve a salir a la palestra como solución a una problemática que hace la vida imposible a la ciudadanía que habita en estas economías.
La pasada semana hablábamos sobre una hipotética unión monetaria entre Argentina y Brasil de la que, según sus mandatarios, podría nacer una nueva moneda para América Latina. Con el objetivo de facilitar las transacciones entre las economías que forman parte del MERCOSUR, y como parte de ese proceso de integración que pusieron en marcha las economías de la región, Brasil y Argentina han desempolvado una idea que lleva sonando muchos años en la cabeza de numerosos gobernantes latinoamericanos y que siempre se desechó, pero que, en el presente, cuenta con un fuerte apoyo para intentar ver la luz.
El Sur, siendo este el nombre escogido para la nueva moneda, comenzaría a utilizarse en los países impulsores de la unión monetaria, pero se pretende que la idea vaya ganando adeptos que deseen sumarse a una unión monetaria que, de materializarse, se posicionaría como la segunda unión monetaria más importante del mundo por detrás del euro. El proceso es largo y en el pasado siempre fue desechada la idea, pero hemos de señalar que, hoy, una gran mayoría de gobernantes comparten ideología, y eso facilita las negociaciones. Además, los beneficios anteriormente citados, en un escenario tan difícil como el actual, anima a más gobernantes de la región a sumarse a este nuevo proyecto.
La idea, como señalo, nace con la intención de facilitar las transacciones entre los países que forman parte del MERCOSUR, por lo que hablamos de una moneda que nace con el fin de promover el comercio entre las economías de la región y, con ello, una mayor integración y redistribución de recursos. Y hemos de señalar que podría llegar a ser una buena idea, incluso, si se consigue el objetivo que se persigue con su nacimiento. Sin embargo, junto a esta hipótesis, como señalé en la columna pasada, podría ser interesante hablar de otras que, de verdad, podrían solventar una problemática que atraviesan muchas economías latinoamericanas; destacando especialmente una de las impulsoras de esta nueva moneda -Argentina-.
Atendiendo a la problemática a la que hago alusión, la situación monetaria que presentan muchas economías latinoamericanas en el presente, con monedas que ya no compran nada y no son útiles en los mercados, obliga a los gobernantes a ponerse manos a la obra con reformas que traten de combatir estos desequilibrios. Y entre esas reformas que podrían aplicarse para combatir la situación, se incluye una dolarización de la que se lleva hablando muchos años, pero que no ha llegado a materializarse en aquellas economías que más sufren los efectos de esa devaluación monetaria.
Aprovechando que se vuelve a hablar de nuevas divisas y de la implantación de las mismas, y en un escenario en el que hay muchísimos apoyos para el nacimiento de un proyecto como el citado al inicio, el dólar vuelve a salir a la palestra como solución a una problemática que hace la vida imposible a la ciudadanía que habita en estas economías. Y esto, teniendo en que las presiones inflacionarias han disparado los precios por las nubes tras la pandemia, favorece la introducción de este debate paralelo que, incluso, podría ser más relevante y determinante que el anterior.
La dolarización, que es la introducción del dólar, como moneda oficial, en aquellas economías de la región que lo necesiten y lo deseen, se presenta, y más que nunca, como una vía de escape para muchos países que ya no pueden hacer nada para huir de una devaluación que rompe récords día tras día. Sustituyendo todas estas monedas inservibles por dólares, acabaríamos con una situación que devora el poder adquisitivo de una ciudadanía cada vez más precarizada y empobrecida. Y la dolarización encubierta de las economías más debilitadas por esta problemática, sumada a la evidencia empírica que dejan los países que pusieron en marcha esta idea, aporta más incentivos para acogerse a esta solución.
Son muchos los desequilibrios que hay que corregir para lograr la dolarización, y el proceso para alcanzarla es largo, al igual que ocurre con la nueva moneda. Sin embargo, hablamos de una idea que podría corregir una situación cada vez más insostenible. Como solución, parece la alternativa más atractiva, además de que, de manera encubierta, ya se ha puesto en marcha en muchas economías y, de hecho, es la vía que escoge la ciudadanía para huir personalmente de la problemática. Y a esto debemos sumarle que la evidencia en economías de la región dolarizadas, como es el caso del Ecuador, termina de convencer a aquellos más escépticos.
Por tanto, teniendo en cuenta lo mencionado a lo largo de este artículo, la dolarización podría ser una vía de escape que deberíamos contemplar y estudiar como una solución para muchas economías de la región. Pese a que pasan los años, muchas economías de América Latina siguen sin encontrar soluciones a esta problemática. Y esta situación, como puede apreciarse en países como Argentina, y como también decía en este artículo, es más relevante que la creación de una nueva moneda que, de basarnos en los precedentes y de seguir a las actuales, no debiera ver la luz.