El CEO de Toyota fue criticado recientemente cuando expresó serias dudas sobre la precipitada carrera de la industria automotriz hacia los vehículos eléctricos (EV) al decir: No debemos limitarnos a una sola opción.
Él está en lo correcto. No obstante, compañías automotrices como GM, Mercedes-Benz y Ford han anunciado su intención de dejar de fabricar automóviles y camiones a nafta y diésel para 2035. California y otros estados también prohibirán las ventas de vehículos nuevos con motor de combustible fósil en esa época. Numerosos países han hecho promesas similares.
La industria automotriz global planea gastar la asombrosa cantidad de US$ 526.000 millones en vehículos eléctricos entre ahora y 2026. Washington invertirá decenas de miles de millones de dólares en subsidios, créditos fiscales y garantías de préstamos para impulsar las ventas de vehículos eléctricos, además de la construcción de unas 500.000 estaciones de recarga y la edificación de fábricas de vehículos eléctricos y baterías.
Sin embargo, reemplazar el motor de combustión interna con vehículos alimentados por batería está plagado de desafíos y peligros. Los vehículos eléctricos y sus baterías no son mejores para el medioambiente que el motor de combustión interna. El experto en energía Mark P. Mills señala una verdad inconveniente: Una batería EV típica implica la extracción y el procesamiento de un promedio de 227.000 kilos de tierra. La construcción de un EV implica un aumento del 3 al 400% en las cantidades de minerales que se deben extraer y refinar. Como mostró un estudio reciente, más de la mitad de todos los lugares donde se necesitará nueva minería están ubicados en tierras indígenas que a menudo son ecológicamente frágiles.
La futura minería masiva necesaria difícilmente puede describirse como amigable con el medioambiente. La mayoría de los vehículos eléctricos pierden dinero, los fabricantes cuentan con subsidios y menores costos de batería en el futuro. Esa es una propuesta dudosa considerando que el 70% del costo de una batería involucra minerales.
Luego está el problema del frío: el rendimiento de la batería cae en picada y puede cesar por completo. Imagínense el horror de la reciente ola invernal que azotó gran parte del país si millones de motores quedaran varados porque sus baterías se congelaron.
La infraestructura es un desafío. Las estaciones de carga no generan ganancias como las estaciones de servicio, por lo tanto el Gobierno está apuntando dinero en efectivo para construirlas y ¿qué tan bien las mantendrán los estados? El número de cargas eléctricas necesarias para reemplazar lo que proporcionan hoy las bombas de las gasolineras asciende a unos 9 millones, casi 20 veces lo que Washington planea construir.
El aumento de las emisiones en la electricidad necesaria para estos vehículos estresará un sistema que ya está sobrecargado. ¿Recuerdan el verano pasado, cuando el gobernador amante de los vehículos eléctricos de California rogó a la gente que no cargara sus autos porque la red eléctrica era un problema? Somos una democracia y existe el problema de que mucha gente no quiere vehículos eléctricos. Los vehículos eléctricos son parte de nuestro futuro automovilístico, pero no el futuro.