¿Cuáles son las oportunidades de inversión que ofrece el mercado inmobiliario en un año electoral, marcado por la incertidumbre? ¿Cómo es posible aprovecharlas de manera oportuna? Estas son algunas de las preguntas que resuenan de manera constante y que nos traen muchos de nuestros clientes. Para formular una respuesta coherente y acorde a la realidad que estamos viviendo, primero es necesario comprender algunos cambios culturales que se dieron en los últimos años y que tienen relación directa con las oportunidades que ofrece el mercado.
Hasta hace no mucho tiempo, la mayoría de las familias argentinas orientaba sus decisiones en función de un ideal de estabilidad que se apoyaba en dos pilares fundamentales: la obtención de un empleo y de una vivienda propia para toda la vida. A partir de la pandemia, estas prioridades se fueron modificando como consecuencia de profundas transformaciones económicas y sociales que le sucedieron, cuya huella aún perdura.
En el plano laboral, los cambios fueron notorios. A mediados de 2021 se inició en los Estados Unidos un fenómeno conocido como La gran renuncia, a partir del cual más de 30 millones de personas dejaron sus empleos de manera repentina. Estas decisiones fueron motivadas, en su mayoría, por nuevas oportunidades laborales que ofrecían mejores condiciones económicas y de calidad de vida, habilitadas por formatos de trabajo flexibles que permiten un mayor equilibrio entre lo laboral y lo personal. Este fenómeno tuvo su correlato en Latinoamérica y, particularmente, en la Argentina.
A nivel local, los formatos de trabajo híbridos y remotos se impusieron y hoy son los más elegidos por millennials y centennials. De acuerdo con un estudio desarrollado por WeWork y Michael Page, en la actualidad, el 83% de los argentinos trabajan bajo la modalidad híbrida, combinando días de trabajo en la oficina y en el hogar.
Todos estos cambios modificaron la manera de concebir el tiempo y el espacio e influyeron de manera significativa en las decisiones de inversión. En este nuevo escenario, la calidad de vida se volvió un factor determinante, sobre todo, en lo que refiere al trabajo y a la vivienda: el epicentro de la vida post pandemia.
El hogar se transformó en un espacio polifuncional donde convergen el trabajo, el descanso y los afectos. Por este motivo, cada vez más compradores e inquilinos tienen preferencia por propiedades que cuentan con espacios exteriores —como balcones, terrazas y patios— o bien, por inmuebles que tienen una amplia superficie, no solo en metros cuadrados, sino, también, en metros cúbicos.
Y es en esa dirección donde se orientan las oportunidades de inversión en la actualidad. Hoy vemos cómo la oferta de inmuebles creció a raíz de la incertidumbre económica, habilitando el acceso a propiedades de calidad en los mejores barrios de Buenos Aires —como Recoleta, Palermo Chico, Corredor Libertador, Barrio Parque, Puerto Madero, Belgrano, Barrio Norte y Retiro— que en otras circunstancias de mayor estabilidad no estaban disponibles en el mercado.
Si establecemos una comparación con otras partes del mundo, como New York, donde con un millón de dólares las personas pueden comprar tan solo 33 metros cuadrados, o bien, Miami, donde con esa misma cantidad de dinero se accede a 64 metros, la realidad del mercado en Buenos Aires es muy distinta. Nuestros valores se encuentran en un punto medio entre los de Ciudad del Cabo y San Pablo. Si bien los precios están atados a factores como la ubicación y la tipología del edificio, con un millón de dólares es posible comprar alrededor de 220 metros cuadrados en las zonas de la ciudad con mayor patrimonio histórico.
Por otro lado, Uruguay sigue siendo una fuente de oportunidades para invertir en una segunda vivienda. Esta tendencia se acentúa en personas de más de 45 años que tienen un mayor poder adquisitivo y suelen buscar tranquilidad y seguridad lejos de la ciudad.
En conclusión, en una coyuntura donde la falta de previsibilidad dificulta la posibilidad de realizar inversiones a largo plazo, el mercado inmobiliario ofrece oportunidades únicas que van en línea con la necesidad inminente que tienen las personas de vivir mejor, permitiéndoles, además, expandir y mejorar su capital actual. En otras palabras, hoy en día el mercado está orientado a mejorar la calidad de vida de los compradores y la oferta disponible permite que cada comprador pueda encontrar un producto acorde a sus necesidades. Esto representa un valor intangible que va más allá del precio. Se trata de una apuesta por el presente y por el futuro que, definitivamente, conviene aprovechar.
*La columna fue escrita por Francisco Bosch, cofundador de Miranda Bosch Real Estate & Art.