Si bien las crisis económicas locales y globales suelen ser recurrentes, la industria del lujo sigue en auge. Hace ya varios años que hay un cambio de paradigma: el concepto lujo dejó de estar vinculado a un objeto o una experiencia distante o fría para transformarse en algo atravesado por el placer y el confort.
Hoy, disfrutar de obras de arte tangibles o digitales (NFTs), autos, joyas, aviones, embarcaciones o hasta de experiencias turísticas, se realiza de manera privada o exclusiva pero siempre de forma distendida. Señalado esto, la industria de lujo dejó de vender productos distantes y comenzó a ofrecer sueños alcanzables, los llamados approachables dreams.
A nivel local, la inestabilidad del panorama económico hace que la ciudadanía pierda confianza en el peso y, ante ello, las familias que logran mantener un excedente a fin de mes, optan por mantener sus ahorros en otro tipo de activos. Hay un sinfín de opciones de inversiones novedosas pero muchas de ellas son efímeras. Por lo tanto, el dólar, el oro y las joyas siguen siendo un verdadero resguardo seguro y clásico de inversión.
Todo ello favorece a que dentro del mercado de lujo, la joyería no se vea afectada por los vaivenes económicos gracias a los clientes globalizados. Asimismo, el gran movimiento de turismo internacional que vive la Argentina es para este tipo de negocios una muy buena oportunidad.
Según nuestra experiencia en Testorelli 1887, joyas y relojes son los más elegidos por hombres y mujeres por el placer que provoca usarlos, lo fácil que se los puede trasladar y la facilidad con la que los herederos pueden hacer posesión de los mismos para su posterior venta en caso de ser necesario. Es que el valor de reventa en relojería está sujeto al prestigio y la trayectoria de la marca, en la joyería el valor es reconocido a nivel mundial.
En cuanto a joyería para hombres, la tendencia muestra que los clientes han incorporado a sus outfits el uso de cadenas y pulseras, tanto en oro amarillo como en oro blanco.
En tanto, las mujeres optan por piezas en oro blanco con diamantes y gemas de color, rubíes, záfiros y esmeraldas, o piezas de tamaño más importante con gemas como citrinos, topacios azules y amatistas. Para ellas también se han revalorizado las perlas como opción elegante y sofisticada.
Con todo, podemos afirmar que el mercado de lujo tiene aún mucho camino por recorrer y nuevas formas de reinventarse para ofrecer experiencias exclusivas cada vez más cercanas a sus clientes.