Se está gestando a nivel mundial la IA, se habla de ella casi diariamente, pero aún no hay certezas de cómo y para qué se usará, ni tampoco de cuáles deberían ser sus límites.
Esto trae aparejado que quienes están involucrados en su desarrollo, tienen muchas expectativas respecto a su implementación y también, dudas en cuanto a los límites posibles de la misma, visto esto casi como un dilema moral.
Por otro lado, está la aparición de la ansiedad, la angustia y la incertidumbre, en parte, suponemos, en quienes intervienen en su desarrollo pero en mayor medida y con certeza, en aquellos que la ven y sienten como una amenaza a la vida tal y como hoy la conocemos.
Esto se ve reflejado en una inocua propaganda televisiva donde se observa a un grupo de jóvenes reunidos preguntándose "cómo será la vida cuando esté instalada la IA?" Por debajo de esta situación, aparentemente festiva, se ve la ansiedad y la preocupación por lo que va a quedar para el ser humano como tal. La respuesta - además del producto ofrecido - es el encuentro vital: risas, tristezas, angustias, dudas, es decir, todo tipo de experiencias emocionales. Dicho en la misma propaganda: "esto no nos lo pueden quitar".
¿Por qué? Porque hasta donde sabemos la IA puede entender qué es una emoción pero no puede sentirla. Podrá decodificar el significado de lo que corporalmente una persona puede sentir pero no la sentirá, ya que carece de la base biológica y genética para que las emociones sucedan, dado que ellas son instintivas.
Lo que caracteriza a la inteligencia humana es la búsqueda del equilibrio entre razón y emoción. Acá queda evidenciado que uno de los dos factores estará ausente en la IA, por lo tanto, la creatividad y originalidad que surgen de la interacción de estos dos componentes, dando muchas veces, lugar a creaciones geniales, no será posible. La razón es sencilla, porque carece del alma del creador.
Si en los equipos de trabajo o en las empresas se tuviera muy presente lo dicho sería factible una observación y acción más profunda relacionada con la emotividad traducida en lo laboral. Por ende se lograría una mejor interrelación a nivel tanto intelectual como empático, lo que se traduciría en productos más originales o soluciones a problemas desde perspectivas diferentes a las tradicionales.
Si el sentido a la aparición del ser humano como especie única y su vigencia como tal en la tierra, es el desarrollo en todos los planos hasta alcanzar su máxima evolución, pero si no tenemos esto presente, Al ser humano, qué?... Suspensión criónica?...
*La columna fue escrita por Rubén E. Bernasconi Espósito, médico especializado en psiquiatría, MP 14015. Con la colaboración de Mónica Mabel Fernández, psicóloga, MP 50055. Ambos son autores del libro Un Viaje por las emociones. Guía para el autoconocimiento, la reflexión y desdramatización. Creadores de Crecer y Ser, un espacio que trabaja sobre la identificación de las emociones y su abordaje a través de distintos talleres.