Hoy escribir sobre Argentina aburre. Quien decía que Suiza era aburrida considero que tiene razón. Pero una cosa es aburrirse donde todo funciona y se permite una excelente calidad de vida, y otra muy distinta es aburrirse de la chatura del Gobierno presente y de la principal oposición.
Aburre o más bien deprime, mientras sume a la inmensa población en la pobreza y la dependencia de la ayuda estatal. Muy poca gente trabaja (¿7, 10 millones?) sobre el total de la población.
¿Hasta cuándo vamos a financiar oratorias solitarias para viajar en primera clase, o presidencias de organismos que no nos importan? ¿Y los viajes a Miami o Maldivas de políticos irresponsables que ni amagan con una renuncia digna? Ojo, no es pecado ni delito viajar, está perfecto.....¡cuando no tengo responsabilidades recién adquiridas!
Y en el medio? toda una distracción inútil por el arreglo con el FMI, siendo que esto, es totalmente irrelevante para el argentino medio. Páginas y páginas de los diarios, donde múltiples economistas hablan del tema. Repito: nada va a cambiar a partir del arreglo, salvo algún aumento de la presión tributaria récord mundial y quizás un aumento en los servicios, como si éstos fueran de calidad.
Obviamente, para un país totalmente caído del mapa mundial, “no arreglar” es más profundidad en la caída. Pero al otro lado, un “arreglo” lucía casi imposible con la dinámica ilógica de un Gobierno que lo único que sabe es improvisar. Nadie tiene un plan. Seguimos “combatiendo el capital” ? lo cual significa destruir la actividad económica y social. El Gobierno anterior atrajo el Capital Financiero, para especular y pagar decenas de miles de millones de dólares totalmente en vano. Ambos enfoques están errados. Lo que hay que atraer es la inversión, y no con tasas de interés, dado que en el mundo sobra dinero. La inversión viene si hay rentabilidad, al tiempo que genera trabajo. Algo que en Argentina necesitamos como el agua.
Nuestro Gobierno exhibe muy esporádicos aciertos en el campo de la economía y las finanzas. Suma toneladas de dislates y errores. El último, por citar uno, “subir las tasas de interés”, como si esto fuera a cambiar algo. Sí puede, quizás y si lo hacen a escala, agravar la recesión reinante.
No ha habido reactivación, sino la vuelta a encender una emparchada economía por parte del levantamiento de las restricciones (para los privados, no para los políticos) del Covid. Se “vende” como recuperación la salida del freezer económico financiero en el que nos habían metido. Hoy queda claro que toda la estrategia inicial lo único que hizo fue aumentar la popularidad del Ejecutivo deprimiendo la economía ferozmente.
¿Qué cabe esperar ahora? Un deterioro progresivo de las reservas del BCRA, con el consiguiente nerviosismo del Gobierno y de todos los que de éste dependen. En medio, quedaron los Bancos locales, con un porcentaje enorme de los depósitos invertido en Leliqs y Pases contra el BCRA....un Banco Central que lucha día a día para encepar aún más los dólares porque básicamente es insolvente.
Por el lado de la oposición no lucen esperanzadoras las señales de un potencial retorno de los que fracasaron antes. Incendiarios que ahora declaman ser “bomberos” pero volvemos a lo mismo: no hay un solo plan de país. Se critica al otro, pero no hay propuestas en los grupos mayoritarios de poder.
A esta altura, ya no debería haber discusión sobre el camino de un país con semejante potencial que, sin embargo, asombra al mundo con su testarudez en fracasar. Debiera ser un país desarrollado, con orden, con Justicia, con legisladores capacitados, y un Ejecutivo que se dedicara a gestionar.
¿Cómo se hace un país desarrollado? Con infraestructura planificada, incentivo a los inversores, ideas innovadoras, o sea, copiar lo que se ha hecho en los mejores países del mundo. Hoy esos son casi todos los países. Nosotros abusamos de nuestra impericia para lograr un fracaso tras otro.
Ojalá la sociedad tome conciencia, y reclame lo que corresponde: se pagan impuestos para que los gobernantes distribuyan, no para que vivan de parranda.