Cada vez son más los países y organizaciones privadas de todas partes del mundo en los que se comienza a discutir seriamente la cuestión de una reducción de los días laborales. El caso más reciente es la aprobación del proyecto de ley de reducción de las jornadas en Bélgica. Vale destacar, que la mayoría de los casos que se conocen hasta ahora, pertenecen a Japón, Nueva Zelanda, Estados Unidos, y España, entre otros, pero no se conocen casos en América Latina. Sin embargo, podrían existir empresas que quieren desarrollar mecanismos flexibles. ¿Qué condiciones se dan en nuestro país en torno al tema?
Analizando la situación actual del mundo laboral es menester afirmar que se podría estudiar: la legislación argentina sobre la jornada de trabajo es de la presidencia de Yrigoyen, por lo que hay mucho que seguramente se puede modificar. En primer lugar, cabe aclarar que el debate mayor sería en torno a si se reduce la jornada de 8 horas a, por ejemplo, 6 horas; o bien se reduce la cantidad de días laborales a unas 4 jornadas, generando un nuevo fin de semana de 3 días.
Una vez definido el enfoque de la medida y su eventual aplicación, será importante medir los resultados. Estos experimentos se irán profundizando con el tiempo y sería muy relevante que se midan desde una perspectiva científica. Hoy los empleados son quienes están tomando las decisiones. Los grandes debates se generar en torno a la cantidad de horas de trabajo, el lugar, y lo que se conoce como el fenómeno de la gran renuncia, vinculado a un replanteo de los gustos y preferencias de las personas frente a su trabajo.
En ese sentido, la propuesta de reducción de la jornada de trabajo es posible que ayude a reducir esta tendencia de renuncias masivas y reavive la motivación que parece que muchos han perdido.
Cabe destacar que la reducción de la jornada de trabajo o de la cantidad de días laborables debería analizarse más allá de lo que la legislación sostiene. Tal vez, pensar en menos horas de trabajo sea una propuesta de las empresas que deseen reclutar a un nuevo talento que valoren más este tipo de flexibilidad. En sí, trabajar menos horas o menos días por el mismo salario podría ser uno de los mejores beneficios a considerar.
La mayoría de las cosas que están sucediendo en este aspecto en los países mencionados no ser relacionan con la legislación laboral, sino con los micro acuerdos que se definen entre empleadores y empleados. No está probado si trabajar menos horas incrementa el costo laboral, lo que sí aumenta es el entusiasmo. De eso sí que no quedan dudas. Por otra parte, el análisis respecto a si este tipo de iniciativas genera más o menos empleo está más emparentado con políticas macroeconómicas y su aplicación: el mundo va a tener que ir a escenarios más abiertos, disruptivos donde seguramente existan tantos contratos laborales como personas en el mundo. La legislación muchas veces apunta a una misma medida para todos y hoy el mundo va hacia una personalización de los procesos.
Habrá que experimentar y barajar distintas opciones, y ahí no hay mejor indicador que los datos que podemos obtener de las experiencias probadas.