El concepto de diversidad viene acuñándose desde hace un tiempo en el mundo corporativo y pasó a formar parte de la agenda empresarial. Pero ¿por qué las compañías invierten mucho dinero en transformar su cultura organizacional para gestionar ambientes diversos?
La respuesta es multicausal: desde el indudable sentido de conciencia social, hasta la necesidad de quitarse la miopía de los selectores para combatir el flagelo de la escasez de talento.
Si bien hace un tiempo se pensaba que cuanto menos controvertido fuera el proceso para llegar a una decisión, más rápida y eficiente iba a ser una compañía; está demostrado que aquellas que son más exitosas son las que tienen la suficiente agilidad para moverse e innovar en entornos de alta complejidad e incertidumbre.
Por eso, la diversidad es el factor de competitividad de una organización. Es decir, cuanto más diverso sea el pensamiento, cultura, perspectiva, idiosincrasia, experiencia, de las personas que la integran, más innovador y disruptivo será el resultado.
Sin embargo, la diversidad presupone un reto: administrar el conflicto. No se trata de poner juntas a muchas personas que piensan distinto para que se peleen y mutilen la cultura corporativa, sino de lograr que muchas miradas tengan un mismo propósito y construyan algo nuevo. Por esta razón las organizaciones exitosas invierten tanto para que sus líderes puedan inspirar, convencer, persuadir a sus equipos y lograr aquello que parece contraintuitivo.
Nuestra sociedad está atravesada por miradas distintas y contrapuestas y, frente al conflicto, erróneamente se suele suponer que si todos pensáramos igual lograríamos resolver rápidamente los problemas del país. Sin embargo, nuestro mayor potencial está en nuestro capital humano y en la diversidad de pensamientos, ideas e ideologías que nos enriquecen.
Me pregunto entonces si el enorme reto que tenemos como nación no se reduce a algo tan simple como desafiante: lograr que todas las miradas incorporen un sentido de propósito para construir un país desarrollado, inclusivo y competitivo.
*La columna fue escrita por Luis Guastini, Director General de ManpowerGroup Argentina