El cuidado es un derecho universal que involucra las actividades indispensables para satisfacer las necesidades de salud y seguridad física, y las habilidades cognitivas, físicas y emocionales de las personas. La infancia constituye un período que requiere de cuidados, en particular durante los primeros años. A pesar de esta evidencia, existen grandes desigualdades en las posibilidades de las familias para ofrecer a todos los niños y niñas las mismas oportunidades en el ejercicio de este derecho. 

Por ejemplo, actualmente sólo el 19,1% de las niñas y los niños entre 0 y 3 años acceden a servicios de cuidado y de educación, con fuertes disparidades regionales y por nivel socioeconómico. En particular, el sistema de licencias sólo alcanza a la mitad de las personas trabajadoras -no facilitando las necesidades de cuidado- y con una de las licencias por paternidad más cortas de la región. Esto dificulta contar con el tiempo, los recursos o la infraestructura para brindar un cuidado adecuado.

El cuidado es una responsabilidad social compartida, que requiere del compromiso de todos los actores clave como el Estado, las familias, la comunidad y el sector privado también. Según el Mapa Productivo Laboral Argentino de los ministerios de Economía y de Trabajo, Empleo y Seguridad Social, en Argentina operan más de 528.000 empresas, las cuales generan alrededor de 6.300.000 puestos de trabajo. 

Estas cifras revelan por qué pensar en el sector privado como actor de vital importancia resulta fundamental para facilitar la conciliación de responsabilidades familiares de los trabajadores y trabajadoras. Las condiciones laborales tienen un impacto significativo en el bienestar de las y los empleados, y también en el de sus hijos/as y sus familias. Que las empresas pueden propiciar y promover medidas favorables para las familias implica que faciliten tiempo, servicios y/o recursos para la sustentabilidad de las mismas. Estas medidas permiten conciliar la vida laboral y familiar, e inclusive tiene beneficios tangibles para las empresas que se traducen en impacto positivo en los niveles de satisfacción de sus empleados y empleadas, mejoras en el sentido de pertenencia y el clima laboral, y aportes a la construcción de la marca empleadora. 

Cuando nos referimos a empresas, es relevante también considerar las cadenas de suministro ya que representan uno de los instrumentos más importantes para generar un impacto positivo en el mundo. Aquellas organizaciones que buscan generar un beneficio en su entorno de operación en general, y que en particular promueven mejoras significativas de las condiciones de trabajo – inclusive para sus cadenas de suministro- alcanzan logros concretos en términos de reputación, licencia social, atracción y retención de talento y – especialmente- resultados en mejoras en el cuidado de las infancias, empleabilidad e igualdad de género. Entonces, tanto las empresas como sus cadenas de suministro, pueden generar acciones y condiciones que faciliten la conciliación, promoviendo tanto el desarrollo infantil como la igualdad de género, la responsabilidad social empresarial y la sustentabilidad de las empresas, propiciando un impacto positivo en el desarrollo económico y contribución significativa al cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).

Igualmente aún queda mucho por hacer en materia de políticas de cuidado y las empresas tienen un rol clave para promover el derecho de chicas y chicos a ser cuidados. Desde UNICEF, mediante la iniciativa  Empresas que Cuidan (ECU), impulsada junto con el Equipo Latinoamericano de Justicia y Género (ELA) , se pone a disposición una plataforma digital de políticas gratuita y confidencial -ingresando a www.empresasquecuidan.org - que permite a las empresas conocer su estado de situación a través de un diagnóstico y acceder a recomendaciones para implementar puertas adentro y generar cambios. 

Sea que pensemos en licencia parental remunerada, licencias por enfermedad remuneradas, el apoyo a la lactancia materna y la nutrición o acceso a servicios de cuidado infantil de calidad, existe un camino de oportunidades y desafíos pendientes que – desde el sector empresario- puede modificarse con contribuciones sustanciales y significativas por su capacidad de empleo, como de innovación y componente transformador.

*El autor, Pablo Ferreyra, es gerente de Alianzas Corporativas & RSE de UNICEF Argentina