“Ojalá vivas en tiempos interesantes”, decían en forma de maldición los antiguos chinos y quizás no estaban tan errados si nos paramos por un momento y miramos alrededor.
La tercera década del siglo XXI puede ser un punto de inflexión, para mejor o para peor eso está por verse, en la historia de la Humanidad.
Pero una somera enumeración es suficiente para darnos cuenta de que hay cambios sísmicos a todo nivel en el planeta, veamos: El clima, que va de sequias prodigiosas seguidas por lluvias bíblicas en California, hasta calores infernales entrando el otoño en Buenos Aires, calles de Miami cada vez más inundadas por la suba lenta pero inexorable del mar y tifones y huracanes cada vez más destructivos.
El escenario político en el que se ha puesto por primera vez en seria discusión el orden mundial post II Guerra Mundial y en el que China emerge como un polo claro y desafiante de la hegemonía estadounidense de una forma en el que la Unión Soviética nunca logró hacerlo porque al poder militar le ha sumado el económico.
A nivel social, el estancamiento del nivel de vida de las clases medias en el mundo desarrollado y el agrandamiento de la brecha entre ricos y pobres a nivel planetario y la sospecha en muchos países, incluso en los Estados Unidos, de que la democracia liberal nacida de las revoluciones francesa y americana ha encontrado sus límites en una sociedad de masas atravesada por la desinformación y el poder deformador de las redes sociales.
En este contexto, la irrupción de la inteligencia artificial es sin dudas uno de esos productos e inventos tecnológicos que cada cierto tiempo sacuden a la Humanidad hasta sus cimientos.
Desde el descubrimiento del fuego y de la rueda, pasando por la imprenta de Gutenberg, la máquina de vapor, las ondas de radio, el transistor, el microprocesador, las computadoras, hasta llegar a Internet, la tecnología nos acompaña desde que nuestros antepasados se bajaron de los árboles y empezaron a caminar en dos piernas por la sabana africana.
Cada uno de estos hitos desató cambios profundos y definitivos que extendieron nuestra capacidad como especie para alimentarnos, comunicarnos, trabajar, aprender y entretenernos. Pero la inteligencia artificial es un cambio que engloba muchos otros, que tocará -ya está tocando- todas las áreas de lo humano.
Desde la conducción de la guerra, hasta la medicina, desde como optimizar la producción bovina hasta planificar los entrenamientos de la selección de futbol.
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No hay área en el que la IA no vaya a entrar, no hay trabajo que no se vaya a afectar y no hay sector de la vida humana que escape al poder de esta.
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Para bien o para mal, eso también está por verse, pero lo que no se puede negar es que el genio esta fuera de la botella y como cualquier otro invento, ya sea la penicilina o la bomba atómica, no se puede ¨desinventar¨.
¿Qué hará la Argentina, sumida hoy como esta en discusiones más urgentes, inflación, pobreza, inseguridad, frente a esta tsunami tecnológico, político y social?
Es muy probable que este tema no figure hoy en la agenda de los candidatos políticos y con razón quizás, dado la inmediatez de los males que aquejan al país. Pero la Argentina es parte de un planeta que se apresta a ser sacudido hasta sus cimientos.
Prepararse para el terremoto, no estaría de más.
*Por Alberto Arébalos, CEO de Milenium Group y exdirector de comunicaciones para Latinoamérica de Google y Facebook
