A medida que transitamos este siglo nos encontramos con una realidad ineludible: el mundo está cambiando más rápido que nunca. La Inteligencia Artificial Generativa (IAG), protagonista de estos tiempos, irrumpió fuertemente en la escena laboral argentina de una manera que pocos podían predecir. En un reciente estudio, y contra todo pronóstico apocalíptico, se observó que casi 8 de cada 10 colaboradores en nuestro país se sienten cómodos usando la Inteligencia Artificial no solo para tareas administrativas, sino también para trabajos analíticos y hasta para ayudar en aspectos creativos de su rol.
El avance tecnológico no es un fenómeno nuevo, sin embargo, la velocidad de esta revolución dista mucho de las que experimentamos anteriormente. Como una aplanadora, la tecnología está modificando el panorama laboral y hoy parece que estamos viendo apenas los primeros capítulos de una serie de muchas temporadas.
Este cambio acelerado está generando un obstáculo mayor: el desacople entre la oferta y la demanda laboral. Por un lado, nos encontramos con personas que buscan trabajo y no lo encuentran; por otro, el 78% de las empresas no consiguen el talento con las habilidades que requieren.
Pero ¿qué sucede cuando a este escenario se le añade otra capa de complejidad? Estamos hablando de una transformación demográfica sin precedentes. En dos años, el 30% de la población tendrá más de 60 años y el 27% de la fuerza laboral estará constituida por la Generación Z.
Estos jóvenes que están tomando el relevo traen consigo una agenda distinta y un poder de influencia inmenso. Sus expectativas hacia las empresas son claras y no negociables: quieren políticas concretas de diversidad e inclusión, acciones efectivas para reducir el impacto medioambiental, gestión del bienestar y programas de capacitación que les permitan mantenerse competitivos en el mercado laboral. De hecho, 6 de cada 10 jóvenes rechazaría trabajar para empresas sin políticas de diversidad, y a diferencia de otras generaciones, el cambio climático es algo real y urgente para ellos, ya que van a estar siete veces más afectados por olas de calor que las anteriores.
¿Y qué hay de nuestros adultos mayores? Aún frente a la escasez de mano de obra, solo el 19% de las empresas los tienen en cuenta como fuente de talento. Asimismo, el aumento del costo de vida y el deseo de conexión están haciendo que los jubilados vuelvan a trabajar. A razón de esto, observamos que existe una necesidad por parte de los empleadores para reeducarse de manera que puedan identificar en ellos una solución a la falta de personal calificado.
En conclusión, la mirada respecto al trabajo está cambiando, por lo cual, las compañías tienen el desafío de adaptarse y ser lo suficientemente atractivas para estos nuevos segmentos de talento, como así también construir una reputación sólida convirtiendo su marca empleadora en un verdadero aspiracional. Las organizaciones hablan a través de acciones concretas, por eso es momento de ajustar el paso al ritmo de los tiempos que corren y demostrar que, lejos de ser meros espectadores, podemos ser protagonistas en la construcción de un mundo mejor.
*La columna fue escrita por Luis Guastini, Director General de ManpowerGroup Argentina.