Aunque no lo parezca, las nuevas tecnologías están recién dando sus primeros pasos. Y si bien la velocidad de los cambios es vertiginosa, podemos advertir algunas tendencias que empiezan a consolidarse y a señalarnos un camino. Esto es similar a cuando miramos el paisaje a través de la ventanilla de un tren, donde lo que tenemos cerca parece difuso pero a lo lejos las formas se van definiendo con mayor claridad.
Blockchain, web3, IA, IoT, NFT, data sintética, son algunos de los conceptos que hoy se entremezclan y nos cuesta discernir por separado, pero que en conjunto van perfilando un futuro fascinante, en el que la conexión entre las personas y las experiencias se convierten en el factor determinante. Un futuro en el que la colaboración reemplaza la competencia, y en el que los eslabones de la cadena se interconectan para formar un conjunto más armónico, menos agonal.
Existen innumerables pruebas sobre cómo los desarrollos tecnológicos facilitan la vida de las personas. En la actualidad, las compañías ofrecen sus servicios y los adecuan conforme la experiencia de los usuarios: una retroalimentación que genera beneficios para todas y todos. Esa interconexión es expansiva: permite detectar y crear nuevas oportunidades, generar nuevos negocios, hace prosperar a las personas e incentiva las economías de los países. La experiencia se convierte en uno de los valores fundamentales para las decisiones del futuro y así, la rueda, no deja de girar.
Este cambio fundamental da lugar a nuevos ecosistemas descentralizados, en donde surgen nuevos canales de venta para PyMEs y emprendedores, y nuevas oportunidades laborales para las personas, respetando el principio básico de la libertad individual, que en sociedades como las nuestras tiene mucho que ver con disponer del propio tiempo y el bien común.
Puede que estas palabras suenen demasiado utópicas, en un contexto en el que todavía perviven guerras, inequidades e injusticias. Pero abundan los casos en los que esas transformaciones ya sucedieron. En Argentina, por ejemplo, llegamos hace cinco años al país y durante este período más de 184 mil personas generaron ingresos adicionales a través de la aplicación, eligiendo cuándo, cómo y desde dónde realizar la actividad y con la certeza que en una semana ya iban a poder disponer de sus ganancias.
Hay que conocer y escuchar sus historias de vida para ver de cerca su impacto. Para muchos, la aplicación significó una oportunidad cuando nadie más se la daba, un medio temporal para poder pagarse los estudios o planificar unas vacaciones o su actividad principal, al notar que podían administrar sus tiempos y ganar más que en anteriores empleos.
Desde este rol de facilitadores, Rappi ayudó a más de 24.000 PyMEs a potenciar sus habilidades y capacidades, conectarlos con el mercado y ampliar sus horizontes. De hecho, según un relevamiento de la consultora Quiddity, el 90% de los argentinos declaró conocer nuevos comercios a través de aplicaciones, a la par que afirmó que estas nuevas plataformas permiten que miles de personas puedan trabajar en contextos difíciles.
Y es en esas respuestas en las que podemos basar nuestro optimismo. Las nuevas tecnologías y las experiencias colaborativas llegaron para quedarse, potenciar y expandir los medios en los cuales nos conectamos entre sí. Si en sólo cinco años se han logrado tantas oportunidades, innovaciones y desarrollos, no cabe duda alguna de la incidencia que tendrá en el futuro cercano. Hoy tenemos la oportunidad de darle la bienvenida y mirar nuestro presente con otros ojos.