La logística actual no puede concebirse, percibirse, ni aplicarse sin la comunión con la tecnología. Esa comunión con la tecnología y, por supuesto, con el capital humano como generador de ideas innovadoras es lo que hace a la logística una de las actividades, una de las artes, que más injerencia cobraron en las vidas de las personas en los últimos tiempos.
Dicho esto, el secreto de la logística en el mundo pasa, cada vez más, por entender qué necesita el consumidor y saber cómo brindárselo de forma eficiente. Esa forma eficiente se basa en una combinación de necesidad-precio, de necesidad-costo, que toma diversos matices según los distintos estratos o capas sociales que componen cualquier sociedad.
Particularmente en nuestro país, existen diferencias muy grandes entre las capas sociales, y eso hace que el compromiso logístico con cada una de ellas sea específico, implique esfuerzos y costos diferentes, a veces también con objetivos distintos.
Ver cómo satisfacemos de forma eficiente las necesidades de ese complejo universo de consumidores es lo que nos ocupa a los operadores logísticos, y ello sería imposible sin la comunión logística-tecnología.
Hoy no podemos imaginar una operación logística sin sistema de transferencia de datos, sin GPS y RFID, sin sistemas de gestión de almacenes, de transporte o de seguimiento de envíos, por ejemplo. Las tecnologías de información y comunicación son esenciales para lograr la eficiencia. Sin TIC los operadores logísticos no podríamos brindar de manera eficiente los servicios de distribución, consolidación, gestión de almacenes, etc.
Además, debemos agregar que la pandemia Covid19 ha estresado las cadenas de abastecimiento de todo el mundo y puso en relieve a las empresas que supieron construir resiliencia en sus propias cadenas. Aquellas que tenían una estrategia sólida para su operación logística han podido no solo afrontar la crisis, sino además crecer en la pandemia.
Hoy las empresas están llamadas a transformar la cadena de abastecimiento para lograr la mejor segmentación de los clientes, desarrollar un nuevo modelo de integración y digitalización, y eso sería imposible sin el auxilio de las tecnologías actuales como Big Data, Inteligencia Artificial, Robótica, IoT (Internet de las Cosas), Cloud Computing, Realidad Aumentada, Blockchain, entre otras.
La trazabilidad en tiempo real es una exigencia en toda la cadena de abastecimiento. Desde el consumidor que quiere saber dónde está su pedido o cuándo llega, hasta las áreas comerciales que necesitan saber dónde está el stock en cada momento para definir sus acciones de venta. Las aplicaciones móviles, los sitios de Internet, deben estar en condiciones de mostrar esos estados en tiempo real. Y todo esto requiere de una integración íntima entre todos los sistemas, tanto locales como globales.
En Argentina necesitamos políticas públicas que impulsen el uso productivo de tecnologías. Sin embargo, y a pesar de las limitaciones que nos impone la realidad económica, el mercado argentino está avanzando con disiento grado en todas ellas.
Los operadores logísticos estamos avanzando en muchas aplicaciones, como la gestión del Big Data y aplicaciones mobile, y también vamos incorporando progresivamente clasificadores automáticos o sorters, toboganes, towers y otros elementos autónomos para el movimiento físico que nos permiten incrementar la velocidad y productividad de las operaciones y, por supuesto, minimizar los errores.
No podemos concebir un país en desarrollo sin el uso de la tecnología. Las restricciones que a veces encontramos para acceder al equipamiento de tecnología de primer nivel que no son fabricados en nuestro país -ni creo que vayan a ser fabricados localmente en el corto y mediano plazo- no hacen más que limitarnos en la capacitación y en el desarrollo de la economía en general, que es la única manera -el desarrollo- de generar empleo genuino, de incorporar a un montón de argentinos a un círculo virtuoso donde se dignifiquen a través del trabajo y contribuyan a la sociedad en su conjunto.