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El desafío de profesionalizar la industria familiar

Federico Rodríguez Director General de Nordeste

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14 Enero de 2025 09.16

Un desafío recurrente entre las empresas familiares es dar el salto de calidad que conlleva la profesionalización. Y lo veo en la propia historia de mi compañía, Nordeste. Fundamos esta empresa familiar hace 20 años con un objetivo claro: crecer y ofrecer legumbres de calidad, del campo a la mesa de los argentinos. Sin embargo, el camino no fue sencillo. Los primeros años estuvieron llenos de incertidumbre. Sabíamos que queríamos más, pero no teníamos claro cómo llegar. En aquel entonces, nuestra zona de influencia se limitaba al Litoral, y soñábamos con tener nuestra propia fábrica. 

Hoy exportamos a tres países, pero el camino tuvo obstáculos con los que seguramente otras pymes podrían identificarse. Uno de los principales fue optimizar la logística y fortalecer el departamento de ventas. Queríamos ampliar nuestro alcance, pero sin un sistema eficiente de distribución, era imposible. Decidimos que la clave sería enfocarnos en el servicio al cliente. La promesa era clara: entregar el producto en tiempo y forma, lo que nos permitió crecer de manera sostenida.

El crecimiento, sin embargo, trajo consigo la necesidad de profesionalizarnos. Mi hermano y yo nos encontramos asumiendo múltiples roles al mismo tiempo, lo que no siempre era sostenible. Cuando dimos el paso de mudarnos a Concordia, Entre Ríos, y construir nuestra fábrica, nos dimos cuenta de que era momento de delegar. Al principio, fue difícil; como dueños, queríamos estar en todos lados, pero aprendimos que para que la empresa siguiera creciendo, necesitábamos contar con personas especializadas en cada área. Mientras que mi padre asumió la responsabilidad de ser el encargado de mirar el largo plazo.

El proceso de profesionalización fue una de las mejores decisiones que tomamos. Hoy, con 120 empleados, Nordeste es una empresa más organizada y eficiente. El crecimiento acelerado que vivimos en un momento fue reemplazado por una expansión controlada y sostenible. Contamos con presupuestos, accedemos a créditos para inversiones y, antes de tomar cualquier decisión, contratamos especialistas que nos asesoran para evitar errores.

Pero lo más importante para nosotros siempre fue mantener la esencia familiar de la empresa. Un consejo fundamental es crecer, pero sin dejar de lado la cercanía entre los equipos. Conozco a cada persona en la planta por su nombre, y a pesar de las nuevas responsabilidades que asumimos, seguimos esforzándonos por mantener esa cercanía. Cuando logramos ingresar un producto en una nueva cadena de supermercados, todos lo vivimos como un logro compartido.

Pero creo que el desafío más grande de profesionalizar una empresa familiar es no perder la identidad. Hemos trabajado mucho en delegar y formar equipos de trabajo sólidos, pero siempre manteniendo los valores fundacionales.

Aunque hay varios retos más. Otro fue aprender a separar lo personal de lo profesional. En más de una ocasión, los problemas del trabajo se trasladaron a la mesa familiar, y viceversa, lo que nos obligó a establecer límites claros para preservar las relaciones familiares. Además, tomar decisiones estratégicas importantes siempre ha sido un proceso cargado de emociones, ya que cada miembro de la familia tiene un fuerte vínculo emocional con la empresa. 

También está el desafío de delegar responsabilidades. Al principio, resultaba difícil confiar en terceros, pero con el tiempo entendimos que para crecer era necesario formar un equipo externo que compartiera nuestros valores. Pensar en la sucesión también está presente en este tipo de compañías, ya que debemos equilibrar el deseo de mantener el control familiar con la profesionalización que requiere el negocio para seguir evolucionando. Por último, como muchas empresas familiares, hemos tenido dificultades para acceder a financiamiento externo, ya que los inversores suelen preferir estructuras más tradicionales y menos involucramiento familiar en la toma de decisiones. 

Del otro lado de la ecuación, ser una empresa familiar también nos brinda beneficios únicos que han sido clave en nuestro crecimiento. No es solo un negocio para nosotros, es una parte esencial de nuestra vida, y cada decisión la tomamos con el corazón, siempre pensando en el largo plazo. 

Además, la cercanía que tenemos con nuestros clientes y proveedores es un gran diferencial. Al no tener que rendir cuentas a inversores externos, tenemos la flexibilidad de adaptarnos rápidamente a las necesidades del mercado sin perder nuestra esencia. En definitiva, ser una empresa familiar nos permite ser más flexibles, comprometidos y cercanos, porque al final del día, no se trata de construir sólo un negocio, sino un proyecto que trascienda generaciones. 

Nuestra meta es clara: queremos seguir expandiéndonos, sin perder de vista lo que nos hizo llegar hasta aquí. Sabemos que exportar implica un esfuerzo a largo plazo, pero también estamos convencidos de que tenemos todo lo necesario para competir en el mercado internacional. Al final del día, mi consejo está en confiar en los valores que conducen a la empresa y en la pasión que impulsa el trabajo.

 

*Federico Rodríguez, Director General de Nordeste

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