El 18 de septiembre se conmemora el Día Internacional por la Igualdad Salarial, establecido por la Asamblea General de las Naciones Unidas y celebrado desde el año 2020. La brecha salarial por género es un dato más de referencia, entre otras mediciones, que monitorean la desigualdad que existe entre varones y mujeres en el acceso al dinero y a una vida más libre.
¿Dinero para qué? El acceso al mercado de trabajo y a un salario digno tiene que ver con la posibilidad de remunerar a las mujeres por su esfuerzo, por el uso de su tiempo y con la posibilidad de tomar decisiones más autónomas. La dependencia económica de las mujeres en Argentina es una situación preocupante.
En primer lugar, mientras que la tasa de actividad de los varones ronda el 70%, en el caso de las mujeres esta cifra desciende al 50%, es decir que la mitad de las mujeres no es económicamente activa. Entre quienes tienen actividad económica, observamos diferencias en relación a los salarios. En Argentina se estima que la brecha salarial de género es del 21% en los trabajos registrados y del 38% en el trabajo informal (EPH Indec, 1 trimestre de 2022).
¿A qué se atribuyen estas diferencias? En principio, tienen que ver con dos grandes razones. La primera se relaciona con la alta concentración de las mujeres en los sectores menos dinámicos y peor remunerados de la economía. Su sobrerrepresentación en la educación, salud, servicios y trabajo doméstico, versus su escasa presencia en sectores vinculados a la exportación de bienes y servicios, la tecnología, o la construcción, por ejemplo.
En segundo lugar y de forma transversal a todos los sectores de la economía, las mujeres enfrentan techos de cristal; barreras invisibles que previenen que ocupen cargos de alta dirección y por ende, mejor remunerados.
Desde Grow - género y trabajo acompañamos a las organizaciones de todas las industrias en el proceso de cambio hacia la incorporación de mujeres y otras identidades de género en todas las áreas de trabajo. Eliminar los sesgos y resistencias que nos llevan a pensar que hay trabajos de varones y de mujeres es esencial para construir sociedades más equitativas.
El proceso de cambio es cultural, pero también es material. Invertir en procesos de formación, de eliminación de sesgos y de espacios de trabajo libres de violencia es clave. De igual manera, hay que repensar los procesos productivos y la infraestructura para que todos las personas puedan ser parte de las organizaciones. Los mercados laborales más inclusivos nos llevarán indefectiblemente a esquemas salariales más equitativos.
*La columna fue escrita por Carolina Villanueva, cofundadora de Grow Género y Trabajo