Antes de la pandemia, la mayoría de la gente creía que las agencias de salud pública, como los Centros para el Control de Enfermedades, la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA), los Institutos Nacionales de Salud y la Organización Mundial de la Salud (OMS), estaban integradas por científicos, médicos e investigadores que llegaban a conclusiones basadas en datos reales. Esa fe se vino abajo. Si surge una nueva pandemia o alguna otra crisis relacionada con la salud, las personas pueden ignorar las advertencias y recomendaciones con resultados imprevisibles y quizás mortales.
Con demasiada frecuencia, el comportamiento de estos órganos gubernamentales ha sido erróneo o guiado por la política. Cuando el Covid-19 comenzó a surgir, la Organización Mundial de la Salud tomó sus puntos de conversación de China, cuyo Instituto de Virología de Wuhan era conocido por las prácticas de seguridad. Se perdió un tiempo precioso para hacer sonar la alarma y comenzar las medidas de seguridad. En uno de los episodios más vergonzosos de la ciencia moderna, ciertos funcionarios de salud pública como el Dr. Anthony Fauci se esforzaron por silenciar cualquier discusión sobre si el virus podría haberse originado en el laboratorio.
El encubrimiento finalmente fracasó cuando surgieron más pruebas. Por ejemplo, el CDC –burocrático hasta la médula– estropeó su respuesta inicial a la pandemia al insistir en la creación de su propio kit de prueba, que tenía fallas. Inicialmente, a los hospitales se les prohibió usar sus propias pruebas, por lo que se produjeron muertes innecesarias. Los expertos insistieron en los bloqueos draconianos, incluso cuando la evidencia quedó clara de que es mejor simplemente retrasar pero no erradicar la propagación de la enfermedad.
Sin embargo, hoy en día, los confinamientos brutales de China están literalmente matando de hambre a la gente. Al principio, la experiencia mostró que los jóvenes, excepto en casos especiales, eran mayormente inmunes a la enfermedad. No obstante, los sindicatos de docentes exigieron que las escuelas públicas permanecieran cerradas durante meses. Lo sorprendente es que presionaron con éxito a los CDC para que aceptaran.
Millones de jóvenes, en particular los de hogares de bajos ingresos, sufrieron serios retrocesos en su escolaridad. Tanto para la ciencia, el mal comportamiento de los funcionarios de salud pública continúa. Reprimieron para minimizar el hecho de que la inmunidad natural es más potente que la inmunidad vacunada. Millones de personas que tenían inmunidad natural fueron despedidas de sus trabajos por no estar vacunadas.
La FDA dice que las personas mayores de 15 años deben recibir una cuarta inyección, aunque no hay evidencia clínica de que una cuarta dosis reduzca las hospitalizaciones. La FDA ha estado dando pasos lentos en la aprobación de dos vacunas. Utilizan tecnología tradicional probada en el tiempo, y que ha sido aprobada en otros países.
La Oficina Nacional de Investigación Económica acaba de publicar un documento de trabajo que mide el impacto de los lockdowns en cada estado del Distrito de Columbia, utilizando tres métricas: mortalidad, educación y economía. El resultado final afirma que los bloqueos severos empleados no mejoraron –o no mejoraron mucho– en el frente de la salud y empeoraron seriamente en la educación, lo que causó un daño económico mayor que en los estados con políticas mucho más suaves