Hace pocos días, en una en una entrevista radial, la mediática Moria Casán habló sobre Susana Giménez, otra de las grandes divas de la televisión y el teatro argentino. Entre sus comentarios, hubo uno que llamó la atención de todos. Al opinar sobre la mudanza de la rubia a Uruguay, Casán nos regaló la siguiente frase, que prometo usar en libros y conferencias por su claridad conceptual, Susana está en un retiro impositivo.
Si bien en la misma entrevista Moria dijo que su comentario sobre Susana Giménez no tiene un trasfondo político, queda clara la opinión que tiene Casán sobre la decisión que, hace un par de años, tomó en total libertad Giménez.
¿Qué fue lo que hizo Susana Giménez? Como tantos otros argentinos, cansada y ahogada por la carga impositiva con la que el Estado argentino viene atacando (sí, es un ataque) a los pagadores de impuestos del país, Susana Giménez decidió cruzar el charco y establecer su residencia legal permanente en Uruguay.
Fue durante la pandemia cuando la diva de los teléfonos eligió usar la residencia uruguaya -que ya tenía de manera provisional- para establecerse del todo en el país vecino de manera fija. Si bien al principio muchos creyeron que se trataba de una decisión para pasar la cuarentena, la realidad es que Susana se fue quedando y, hasta el día de hoy, permanece en Uruguay, donde dice estar muy cómoda.
De hecho, seguramente hasta pase más tiempo en Miami que en Buenos Aires. ¿Cuáles son los beneficios que obtuvo Susana al cruzar el charco? Al establecerse en Uruguay de manera permanente, Susana pudo darse de baja fiscalmente en Argentina, ya que precisamente una de las maneras de hacerlo es fijando la residencia (no fiscal, sino legal) de manera permanente en un tercer país y no volviendo a Argentina por más de 180 días ni volviendo a establecer su centro de interés vital en el país.
Al tomar este curso de acción, Giménez no sólo dejó de pagar bienes personales y evitó el nefasto e inconstitucional impuesto extraordinario a las grandes fortunas, sino que accedió a la famosa vacación fiscal que ofrece el país vecino como tantos otros en el mundo (Portugal, España, Italia y hasta el Reino Unido), que no es más que un régimen impositivo especial para nuevos residentes fiscales, que en general solo pagan impuestos por ingresos de fuente local por un periodo de entre 5 y 10 años.
En el caso de Uruguay, el plazo es de 10 años, aunque también se puede optar por una tasa baja de por vida, una alternativa muchísimo más interesante para gente joven y/o en plena etapa de generación de riqueza. La realidad que enfrenta Susana Giménez no sorprende a nadie y, de hecho, es familiar para muchísimos argentinos que, día a día, hacen todo lo que está a su alcance para padecer, aunque sea un poco menos, la insoportable carga tributaria a la que están sometidos. Más de 165 tributos entre nacionales, provinciales y municipales. Sí, más de 165. Hoy, porque seguramente mañana ya sean más, y pasado mañana, más aún.
Vale destacar que el gobierno presidido por Alberto Fernández aumentó o creó más de 24 impuestos desde que asumió. De hecho, quienes quieren defender las bondades del sistema tributario argentino tal como está, nos hablan de la existencia de 148 impuestos, como si eso no fuera de por sí escandaloso. Y si lo miramos desde el punto de vista del pagador de impuestos, el dato hasta asusta más: un pagador de impuestos promedio en Argentina paga casi 50 impuestos diferentes.
Como si eso fuera poco, los argentinos tienen que aceptar restricciones para comprar dólares, restricciones para viajar, restricciones para contratar empleados y más restricciones, siempre restricciones. Así viven los pagadores de impuestos en Argentina. Y esto no es de hoy, ni de ayer. Este es el resultado de una historia de años de altísima presión tributaria. Y no sólo eso: han sido años con un gasto público extremo, un elevado endeudamiento y una inflación histórica -alrededor del 100% en 2022, la cifra más alta en décadas-.
Todo esto se inscribe en un país con instituciones débiles. Por eso, Susana Giménez no es la primera ni la última ciudadana argentina que tomó cartas en el asunto. Ante este escenario, la diva de la televisión entendió que mudarse a Uruguay y aprovechar la residencia que ya tenía en ese país, era una muy buena decisión. ¿Está mal? Para nada. Es parte de la libertad de cada uno elegir hacer lo que sea mejor en cada momento y proteger el patrimonio que se ha logrado a través del trabajo de años. ¿Es condenable? Para nada.
Lejos de eso, lo único que deberíamos criticar -y que esperemos que cambie con la inminente asunción de un nuevo gobierno el próximo 10 de diciembre- es la pésima administración que llevó adelante el gobierno de Alberto Fernández y que logró ahogar a la mayoría de los argentinos con muchos impuestos -y muy altos- y un manejo del gasto público deplorable. ¿Vendrán tiempos mejores? Eso esperamos…