De startup a unicornio: una mirada retrospectiva y el reto de mantenerse emprendedores
Santiago Sosa cofundador y CEO de Tiendanube
Santiago Sosa cofundador y CEO de Tiendanube
En Tiendanube tenemos una práctica que atraviesa de forma transversal a todos los que formamos parte del día a día de la compañía: frenar para contemplar el momento actual y mirar hacia atrás, para seguir construyendo una vez más y dar valor al camino recorrido. En un presente teñido por la inmediatez, las urgencias y los desafíos, somos de los que creen que vale la pena darle un espacio a lo aprendido, a lo que nos enorgullece y a lo que no también, para mejorar el ahora y ubicarnos de cara al futuro.
Hoy, en el mes aniversario de aquel 17 de agosto en el que anunciábamos entusiasmados, orgullosos y hasta un poco sorprendidos -¿por qué no decirlo?- que un grupo de inversores cuyos nombres se encuentran plasmados en la historia de compañías como Alibaba Group, Spotify y Uber, decidieron apostar por una empresa argentina de comercio electrónico e inyectó el capital necesario para convertirla en el onceavo unicornio argentino y en la quinta startup más valiosa de la región.
Leí una vez una frase de Henri Bergson, filósofo y Premio Nóbel de Literatura francés, que dice: “El presente solo se forma del pasado y lo que se encuentra en el efecto estaba ya en la causa”. En este momento, poniendo en práctica el hábito de volver sobre los pasos emprendidos, puedo decir sin dudar que la esencia y el propósito de esa empresa que veía la luz en el año 2010 es el motor de esta compañía, que año a año sigue demostrando que vale la pena apostar por un sueño cuando el objetivo es claro y que pone en evidencia que el ecosistema emprendedor argentino conoce de barreras y desafíos, pero que la resiliencia y el poder de adaptación a lo incierto también tiene premio.
Así comenzó el arduo camino de Tiendanube, con pocas cosas claras salvo una: la motivación de reducir las barreras a la hora de emprender a través de una plataforma integral que abriera las puertas del mundo online a pymes, emprendimientos y grandes marcas; el sueño de crear un gran ecosistema de comercio electrónico que propiciara su acceso a la economía digital, un concepto que en ese entonces no resonaba con tanta fuerza.
Las cifras dan cuenta de ello: en 2010, la penetración del e-commerce era del 1%. Las ventas por internet parecían formar parte de un futuro lejano y ajeno al contexto del momento. En este marco, los primeros años fueron duros. Nos encontramos de frente a usuarios que se mostraban recelosos, que no querían utilizar sus tarjetas de crédito en la web. Al mismo tiempo, la logística era incipiente y las dudas en torno a los tiempos de entrega limitaban el consumo en el canal. Pero esto no fue un freno, sabíamos que el proyecto iba a tener sentido. Lo que no sabíamos era cuánto tiempo iba a tomar.
Y así fue. Seguimos trabajando un poco a ciegas durante un largo período, hasta que el mundo comenzó a darnos la razón. Cinco años para ser más específicos. Ahí, en un contexto donde internet ya era parte necesaria e inamovible de nuestras vidas, donde la hiperconexión trazaba el escenario ideal para que las marcas -incluso las más nuevas- encontraran en este canal un punto de contacto esencial con los clientes, empezamos a ver los frutos de nuestra apuesta al futuro y la compañía empezó a crecer cada vez más. Aun previo a 2020, el mercado ya era mucho más permeable a este tipo de propuestas y recibía con entusiasmo a nuestra plataforma. El desarrollo del comercio electrónico -si bien todavía un poco más lento- era sostenido.
Y de pronto llegó la pandemia, un punto de inflexión para el mundo que impactó de forma permanente en la vida de la sociedad. Los cambios de hábitos que debieron adoptarse para salir adelante derivaron directamente en una aceleración en la forma de consumo de los usuarios. Y allí fue donde el e-commerce vio su auge, logró aportar valor y ayudó a resolver los requerimientos de comerciantes y compradores. En ese momento, se probó que el compromiso que habíamos asumido era útil y, sobre todo, necesario.
En 2021, producto de las nuevas dinámicas del mundo y del trabajo sostenido que realizamos para aportar valor y estar a la altura, recibimos la noticia de una inversión que oficialmente nos colocaba dentro del ecosistema argentino de unicornios. Y en ese momento, fieles a nuestras costumbres, decidimos hacer un nuevo parate y analizar en retrospectiva.
Fue entonces cuando nos dimos cuenta: este rótulo, tan impactante como entusiasmante, nunca fue el objetivo final. El sueño de quienes fundamos Tiendanube fue desde un primer momento construir un gran ecosistema, que sea funcional a cientos de miles de marcas, para potenciarlas a ver crecer sus negocios. El resto siempre fue solamente una consecuencia de esta idea. Con esto no quiero decir que el anuncio nos fuera indiferente. Por supuesto, estamos contentos y orgullosos porque este voto de confianza y el rótulo de unicornio son un sello más que valida el trabajo que llevamos adelante desde hace más diez años para democratizar el acceso a las ventas online y los beneficios que esto supone para miles de negocios.
Está última ronda de inversión terminó de disparar nuestro crecimiento. En la actualidad, somos una compañía con presencia en tres países: Argentina, Brasil y México, que provee de tecnología e innovación en comercio electrónico a más de 100.000 emprendimientos, pymes y grandes marcas de la región. Y todo este trabajo puede traducirse en términos de impacto: en Argentina, por ejemplo, nos eligen más de 45.000 marcas y cada una de ellas emplea en promedio a cuatro personas. Esto se traduce en la generación de más de 180.000 puestos de trabajo, números que hablan de la importancia y necesidad de la -hoy ya reconocida- economía digital.
Con esto en mente, puedo hacer un análisis de todo el camino recorrido y veo lo más valioso que estos años nos han dejado como compañía: el aprendizaje. La experiencia permite construir en base al conocimiento y encontrar más fácilmente el motor que permita avanzar siempre hacia adelante.
En el caso de Tiendanube, creo que son dos estos propulsores. En primer lugar, nuestro propósito. Tener un objetivo claro permite abrirse paso a lo desconocido. Emprender para ser unicornio es el puntapié equivocado. En cambio, emprender para hacer realidad una idea que apasiona es el sostén clave, sobre todo cuando las cosas se ponen difíciles. El camino es largo y los obstáculos recurrentes, por eso, solo una motivación intrínseca y genuina permitirá no bajar los brazos y seguir mirando siempre hacia adelante.
En segundo lugar, el corazón de toda startup es su equipo de trabajo, ese grupo de personas que se unen en pos de cumplir el sueño, que aportan valor desde su experiencia y trabajo diario, que empujan al frente y levantan la vara, porque saben que siempre es posible ir por un poquito más.
El propósito y el equipo de trabajo son sin duda los dos grandes motores de todo lo conseguido en este tiempo y de todo lo que aún queda por venir. A un año del anuncio de unicornio, reafirmamos nuestro objetivo de construir el ecosistema de e-commerce más robusto y abierto de Latinoamérica para marcas en pos de potenciar a cada vez más a emprendimientos, pymes y grandes negocios y ponemos toda nuestra experiencia y tecnología al servicio de nuestros clientes para transformar sus sueños en historias que trascienden. Tal como lo logramos con el nuestro.
*La columna fue escrita por Santiago Sosa, cofundador y CEO de Tiendanube