De cara a las PASO, una oposición con pocas propuestas

Con la confirmación de los precandidatos a presidente para las elecciones primarias, abiertas, simultáneas y obligatorias, las especulaciones han terminado. Excepto que ocurra algún evento impredecible que cambie todo el escenario, el próximo presidente será Sergio Massa,

Horacio Rodríguez Larreta, Patricia Bullrich o Javier Milei. ¿Qué sabemos, entonces, acerca de las propuestas de los candidatos? ¿Qué sabemos sobre los planes de cada uno para reactivar una economía que lleva más de una década en estanflación?

Entre los precandidatos de la oposición, los dos representantes de Juntos por el Cambio comparten una plataforma económica que mezcla elementos liberales y desarrollistas. El acuerdo programático presentado ante la Cámara Nacional Electoral propone un plan de estabilización: entre los objetivos se esgrimen el fin del déficit primario, una baja “responsable” de impuestos, la independencia del Banco Central y una “rápida” unificación cambiaria.

También se promete desburocratizar el comercio exterior, crear un nuevo régimen laboral para incorporar trabajadores informales y un “plan de transporte, infraestructura y telecomunicaciones”, entre otras propuestas.

La interna de JxC, en todo caso, solo muestra matices en términos de la velocidad de las propuestas, y de hecho ninguno de los precandidatos habla demasiado acerca de ellas. Por un lado, Bullrich se muestra enfocada en mostrar fuerza antes que en ideas concretas: una y otra vez, la candidata subraya que se necesita una persona con coraje para enfrentar los desafíos que se vienen, sin que quede claro exactamente cuáles son. 

Por el otro, Rodríguez Larreta se presenta como el candidato que puede generar los consensos necesarios para acordar políticas públicas para salir del estancamiento. Antagonismo versus negociación: esa parece ser la diferencia sustancial en JxC. 

Por su parte, la plataforma económica de Milei va en líneas generales más allá que la de JxC. Aunque otras parecen contradecirla, la sección económica del programa de Milei propone la privatización de las empresas públicas deficitarias así como un programa de retiros voluntarios de empleados estatales, el fin del sistema de coparticipación federal y la eliminación “progresiva” de los planes sociales. Pero la estrella de la plataforma es el cierre del Banco Central y la dolarización de la economía: el candidato propone, de esta forma, terminar con la inflación.

La dolarización es, de hecho, el único gran tema económico de la campaña electoral, quizás por lo fácil que resulta de entender para el gran público. Economistas del oficialismo y la oposición debaten recurrentemente sobre las ventajas y desventajas de dolarizar, y los análisis privados de bancos y consultoras la toman como la principal propuesta a considerar. La centralidad de la dolarización en el debate público, pese a las evidentes dificultades de implementación que tendría, muestra a las claras las limitaciones del resto de la oposición a la hora de discutir ideas: JxC no está alzando la voz lo suficiente acerca de cómo va a mejorar la situación económica.

Por el lado del oficialismo, ¿tiene sentido analizar las propuestas económicas de un candidato a presidente que es hoy mismo ministro de economía? La candidatura de Sergio Massa simboliza, según el consenso de los analistas, una claudicación (por lo menos parcial y temporal) del kirchnerismo duro en favor de un peronismo más “clásico” y conservador. 

Pero lo cierto es que Massa no solo es funcionario sino que llevará kirchneristas en todas sus listas, por lo que es difícil separar su gestión de sus propuestas. Y es verdad que su gestión ha estado signada por la baja del gasto, pero también por la de la recaudación ; y Massa ha provocado en estos doce meses una fenomenal expasión de la emisión monetaria en el marco de un cepo cambiario cuyo fin no se vislumbra. No sorprende que la plataforma de Unión por la Patria , que además consagró a Massa como candidato 24 horas antes del cierre de listas, no hable de economía.

Indudablemente, la mayor parte de los candidatos tienen ideologías “fluidas”: sus ideas pueden cambiar según la marea. No es casual que la carrera de Massa haya comenzado enla Ucedé ni que la de Bullrich, Rodríguez Larreta y Milei haya empezado en el peronismo. 

Tampoco es casual que Massa y Rodríguez Larreta, los dos que han tenido responsabilidades ejecutivas, hayan tenido opiniones literalmente contrarias en prácticamente todos los temas económicos. Es difícil, en un contexto así, confiar: todo indica que el próximo presidente podría ser un nuevo Carlos Menem, pero no necesariamente en un sentido liberalizador sino en su capacidad de hacer propuestas en campaña y luego llevar a cabo otras muy diferentes en el gobierno.

El problema es que la ausencia de un plan económico claro puede desembocar rápidamente en una crisis. Hoy, solo Milei parece marcar la agenda con una dolarización que
incluso si fuera viable sería insuficiente para resolver los problemas del país; Larreta y Bullrich solo reaccionan ante presiones puntuales mientras Massa se dedica a extender la mecha todo lo que puede para no terminar en una hiperinflación. 

Por eso, aunque el trade electoral sea hoy alcista, rápidamente puede volverse negativo si no es claro cómo el próximo gobierno enfrentará una pobreza del orden del 40%, una inflación interanual de tres dígitos y salarios reales pulverizados. La experiencia de Menem, en este sentido, debe dar lugar a alarma: la espectacular reactivación producida por la ley de convertibilidad solo sobrevino en 1991 después de caos, crisis y otra hiperinflación. Pero por el bien de la Argentina, el 2024 no debe parecerse a 1990. El horno no está para bollos.