Cuatro obstáculos para la economía mundial en 2022
Raphaël Gallardo economista jefe de Carmignac
Raphaël Gallardo economista jefe de Carmignac
La desaceleración de la economía mundial debería cobrar mayor fuerza el próximo año debido a cuatro obstáculos: la quinta ola del COVID-19, la subida de los precios de los alimentos y la energía, la ralentización del sector inmobiliario chino y el endurecimiento monetario en los mercados emergentes y los países anglófonos.
La economía estadounidense es menos vulnerable a estos factores y, por lo tanto, intensificará su disociación inflacionaria respecto al resto del mundo.
Aunque la Fed no puede permitirse ser paciente, el inicio de la normalización monetaria conllevará nuevos riesgos para los mercados financieros, a la luz de las exigentes valoraciones de los activos nacionales.
La economía europea está acusando el aumento en la factura de sus importaciones energéticas y su dependencia de las cadenas de suministro del sector manufacturero a escala mundial, que continúan afectadas por la pandemia. No obstante, al contrario que EE.UU., se beneficiará del positivo impulso presupuestario asociado al plan NGEU.
Atendiendo al ajuste en curso de su sector inmobiliario, China continúa necesitando exportar a un ritmo fuerte para mantener un crecimiento del PIB adecuado. Por ello, Pekín continuará frenando la apreciación del yuan acumulando activos denominados en moneda extranjera. Estos activos se reciclarán, en gran medida, en el mercado de bonos del Tesoro estadounidense, dificultando con ello la labor de normalización monetaria de la Fed. China se verá presionada por EE.UU. para instrumentar una política de estímulo de mayor alcance en el transcurso de 2022.
Asignación y estrategia de inversión
En el ámbito de la renta variable, nos centramos en empresas de crecimiento a largo plazo con buena visibilidad, esto es, que no dependen en exceso del ciclo económico y son capaces de trasladar la inflación inducida por los costes sin reducir su actividad.
En cuanto a la renta fija, buscamos de forma selectiva bonos de empresas con rendimientos atractivos cuyos modelos de negocio no se hayan visto demasiado afectados. Se trata de una característica necesaria en un contexto de abundante liquidez y escasos mecanismos de determinación de precios.
Por su parte, los mercados emergentes ofrecen nichos de valor (en los mercados tanto de renta fija como de renta variable) tras haber padecido por las políticas ortodoxas aplicadas en China, así como por la inflación y las perspectivas de normalización de la política monetaria estadounidense.
Hemos pasado de la situación de “relajación cuantitativa infinita” y “tipos reducidos durante más tiempo” de hace un año a otra de subida de los tipos de interés rápida y generalizada a escala mundial. La diferente coyuntura económica existente en los distintos bloques económicos exige aplicar enfoques heterogéneos.
Los inversores podrían estar asumiendo un elevado grado de riesgo crediticio a cambio de una rentabilidad real cercana al 0%. Esa abundante liquidez, sumada a un entorno de represión financiera tan acusado, implica que el mecanismo de determinación de precios no funciona igual que lo ha hecho en el pasado. Las ineficiencias resultantes son positivas para los profesionales de la gestión activa.
En un contexto así, en el que la inflación podría prolongarse más en el tiempo conforme el ciclo económico avanza, nuestras herramientas de gestión de riesgo se concentran en los ámbitos siguientes:
-Gestión activa de la exposición a la deuda pública con buena calificación debido a la volatilidad de los tipos de interés generada por la inflación y los temores asociados al nivel de endeudamiento; los reducidos rendimientos de los bonos no son suficientes para compensar esta volatilidad y los mercados son particularmente propensos a ajustar los precios tanto al alza como a la baja.
-El efectivo y los instrumentos a corto plazo parecen los instrumentos más adecuados para capear episodios de volatilidad.
-El dólar, gracias a su dinámica y condición de activo refugio.
*La columna fue escrita en coautoría por Raphaël Gallardo, economista jefe y Asignación y estrategia de inversión de Carmignac, y Kevin Thozet, miembro del Comité de Inversión.