En 2015 Elon Musk le pidió cononcerlo porque le gustaba su blog, @Waitbut Way, que hoy tiene 1,5 millones de visitantes únicos al mes y más de 550.000 suscriptores. Tim Urban aceptó de inmediato, viajó a California, conoció Tesla y SpaceX, y terminó escribiendo tres largos artículos sobre Musk y sus áreas de interés con una pregunta como eje: ¿Por qué Elon hace lo que hace?.
Para su cuarto artículo, cambió el interrogante: ¿Por qué Elon puede hacer lo que hace?. En el muy recomendable libro Mentores, de su tocayo Tim Ferris, Urban ensaya una respuesta que, muy sintetizada, sería la siguiente. Existe una tensión entre nuestra libertad plena y el marco social y cultural. Nuestros deseos y decisiones conviven atravesados por esa tensión. Pero, finalmente, hay pensadores independientes o game changers que experimentan con nuevos ingredientes, rompen los paradigmas y crean nuevas recetas. Seríamos más felices y tendríamos más éxito ?dice Urban? si aprendiéramos a ser chefs más seguido. Ser conscientes de esto es solo el primer paso.
Por supuesto que jugar a ser chef no siempre, no para todos y no en cualquier momento puede ser una buena idea. Nuestros políticos y ministros de Economía, sin ir más lejos, pretenden reinventar la rueda cada vez que inician sus nuevos mandatos o suponen que nuestro caso es una anomalía. El narcicismo de creernos únicos en el mundo es solo una justificación para implementar parches y no pagar el costo político de regularizar una economía cada vez más desordenada. El Gobierno no tiene la vocación ni la convicción de regularizar la macro, dice Martín Rapetti, un economista lejos de la ortodoxia pero que reclama medidas urgentes en una interesante entrevista con nuestro editor Leandro Dario (ver sección Focus).
Quienes también decidieron ser chefs para ponerles pimienta a sus vidas son los burócratas que diseñan un nuevo experimento de ingeniería social en la pandemia. Un bloque atomizado de políticos siempre temerosos a pagar el precio, epidemiólogos y divulgadores encandilados por su segundo de fama, medios sensacionalistas y ciudadanos temerosos continúan aferrados a la pandemia y sus protocolos como si las vacunas aún no se hubieran inventado ni hubieran sido eficaces para suprimir hospitalizaciones y muertes. Aferrados al control, irradian miedo, propagan una presunta superioridad moral de cuidados ya inútiles y exigen pasaportes sanitarios, PCR para transitar de un país a otro, encierros y cuarentenas, y barbijos en las escuelas (increíblemente, lo siguen debatiendo ahora en Estados Unidos y Europa). Parecen terraplanistas nostálgicos de abril de 2020.
La irracionalidad no tiene fronteras. De la Formosa de Insfrán a los centros de infectados en Australia, donde llegaron a detener al tenista número uno del mundo, Novak Djokovic. Fue el climax de la burocracia por sobre la razón: impedir a un deportista de élite sano, sin síntomas, que ya había tenido Covid, ingresar al país por poner en riesgo a su población. ¿Poner en riesgo? En ninguna de sus cepas post vacunas el Covid puso en riesgo a nadie que no esté vacunado. Incluso la cepa Omicron tampoco fue peligrosa en Sudáfrica, donde se detectó por primera vez y donde el porcentaje de vacunación era bajo.
En la tapa de esta edición, un chef de los valiosos: Daniel Ek, cofundador de Spotify, una empresa que aún hoy pierde más de US$ 700 millones al año pero que vale cada día más. Ya resucitó a la industria musical, pero es solo el principio. Que disfruten esta playlist de Forbes y que tengan un excelente 2022.