Aunque Rusia es un país más chico en términos nominales de PBI (más pequeño que Brasil), sus exportaciones representan una parte desmedidamente grande de productos básicos críticos y de relevancia estratégica en el sistema de productivo global. Por lo tanto, el conflicto no es un conflicto cualquiera, sino que ha creado graves riesgos tanto para el crecimiento como para la inflación mundial. Rusia es un gran exportador de materias primas de importancia estratégica, como energía, cereales, paladio, acero, aluminio, níquel, gases raros y fertilizantes. Ucrania es uno de los principales exportadores de cereales y exporta un volumen excesivo de gas de neón utilizado para la producción de semiconductores, una industria que ya se vio sometida a una tensión excepcional durante la pandemia.
Menos crecimiento, más inflación
En relación a lo anterior, las sanciones económicas impuestas a Rusia afectan directamente a todos y no solo al que las recibe. Si bien el resultado dependerá claramente de la duración de la crisis, los efectos negativos ya se presentan como duraderos por el número cada vez mayor de países europeos, Canadá y Estados Unidos sancionando a Rusia.
La energía ya es un problema. Europa está muy comprometida por su enorme dependencia de la energía rusa y por un mercado energético mundial que ya estaba comprometido. Los precios del petróleo son cada vez más gravosos para los consumidores de todo el mundo. Si se mantiene por encima de los 110 dólares por barril el petróleo agravará un entorno inflacionista, elevando bruscamente la proporción del gasto del mundo entero ya que para producir se necesita energía.
La repentina retirada de grandes compañías petroleras internacionales occidentales de las inversiones y proyectos rusos (con un costo de decenas de miles de millones en pérdidas de activos) empeoró significativamente las perspectivas a largo plazo del suministro energético mundial, dados los ya bajos inventarios mundiales, la disminución de la capacidad de producción excedente, la insuficiencia de las inversiones en materia de energía verde, y la dificultad de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) para cumplir sus propios objetivos de producción.
Llevaría tiempo encontrar nuevas fuentes de suministro, incluso en ausencia de mayores riesgos geopolíticos, incertidumbre y volatilidad de los mercados financieros. Las sanciones financieras también lo son, pueden provocar una importante restricción de la liquidez mundial, y debilitar las condiciones de financiación de los prestatarios de alto rendimiento de todo el mundo. Sobre todo de los países de mercados emergentes que dependen de las entradas de capital mundiales.
Conclusión
Si salir de la pandemia no estaba siendo sencillo, la guerra Rusia contra Ucrania empeoró la situación. El aumento de los precios de la energía encareció todo (producción, distribución, y alimentos) en el mundo entero. No es una situación coyuntural. Lo peor es que la disponibilidad mundial de alimentos está en peligro. La escasez de gas natural limitará la producción de fertilizantes en Europa, y los boicots a las exportaciones rusas agravan su escasez.
La cuenta es simple, si hay poco fertilizante en el mundo los rendimientos serán menores, y si su precio aumenta lo harán también lo de las cosechas encareciendo todo. Estando Rusia con problemas para exportar cereales, escasas existencias y sanciones, con Ucrania que se tendrá que reconstituir después de una invasión, y con China en la peor cosecha de trigo de invierno de la historia, Brasil, Argentina, y Paraguay, no compensarán la caída prevista por menores rendimientos. Todo esto sumado a un escenario grave de crisis mundial de suministro de alimentos, en donde no es posible pensar con perspectivas de crecimiento económico.
*La columna fue escrita por Luis Ferraro Lara, analista económico y titular de Ferraro Lara & Asociados.