Antes de empezar a pensar la línea de diseño o estética que vamos a seguir en un nuevo proyecto, definimos y estudiamos a las personas que van a vivir allí, ya que es fundamental tener en el foco al usuario y sus necesidades. La calidad de vida depende, básicamente, de resolver esas necesidades, asegurando que la experiencia humana -el bienestar, el confort, el cuidado- sea prioritaria.
Hablamos de un concepto que evoluciona todo el tiempo. Hoy, buscamos generar esa influencia positiva a través de espacios saludables, que permitan usos flexibles y que estén creados para la vida actual, que es muy dinámica. La inclusión de la tecnología en el diseño resulta una aliada clave para solucionar problemas y elevar las experiencias. La calidad de vida también está asociada a un buen diseño; después de todo, dentro de los edificios pasamos el 70% de nuestro tiempo.
¿Qué condiciones de un proyecto de real estate impactan en la calidad de vida?
De forma integral, un edificio debe dar respuestas a las nuevas necesidades de los usuarios. Pensar las circulaciones entre ambientes, la materialidad, la optimización de recursos, el mejor aprovechamiento de los espacios, las mejores orientaciones o la distribución ideal de las unidades o los espacios comunes, por ejemplo. Todas estas condiciones contribuyen a diseñar pensando en la calidad de vida de nuestros clientes, más allá del negocio inmobiliario.
El factor sensorial de la calidad de vida
Más allá de lo material, hay sensaciones no palpables, vinculadas a la percepción, que colaboran a fortalecer el bienestar. Estoy convencida de que aquella idea del pintor Vasili Kandinski, de lo espiritual en el arte, se plasma: el diseño es un medio para comunicar pensamientos y emociones. Cuando una idea es clara, se transmite directamente en lo que uno está diseñando. Por eso, es muy importante el análisis del concepto que queremos llevar al usuario; si somos fieles a eso, se va a percibir en el diseño, en el espacio y en el ambiente. Eso es lo más valioso que tiene el diseño de interior: generar atmósferas.
Soluciones personalizadas
La propia vivienda, nuestro nido, es el refugio más preciado que podemos tener. Está lleno de expectativas, anhelos, experiencias personales. En busca de la calidad de vida, siempre debemos tener en cuenta la mejor solución pensada para determinado cliente, algo que debatimos y analizamos mucho en equipo. Materialidad, función y estética deben ir de la mano.
Las diferentes áreas de la compañía -técnicas, de proyecto y de diseño- mantienen un intercambio permanente de ideas y de tareas. El diseño de interiores, el diseño exterior y las cuestiones técnicas se piensan en simultáneo. A veces se puede creer que el diseño de interior o la estética general de un edificio se piensa al final como un ornamento, pero cuando esto pasa el diseño no llega al nivel de excelencia que a nosotros nos parece fundamental: el complemento entre diseño y función.
Para cada proyecto, una propuesta
Desde BrodyFriedman, acompañamos la evolución de los modos de habitar y la calidad de vida adelantándonos a las tendencias y necesidades, gracias al trabajo de nuestro equipo multidisciplinario.
Cada proyecto lo pensamos de manera única, para un usuario concreto y en relación con el entorno. Nuestras líneas Quo y Velvet son distintas, pero ambas tienen nuestro sello: el diseño y la estética tienen un rol muy importante, pero siempre analizado desde la función. Miramos mucho lo que pasa en el mundo, analizamos mucho las tendencias en materiales, colores, usos y nuevas tecnologías. Tratamos de dar lo mejor que podemos ofrecer, y de superarnos en cada nuevo emprendimiento pensando siempre en ofrecer experiencias que resulten en una mejor calidad de vida para quienes eligen vivir en ellos.
*La columna fue escrita por Ana Astudillo, gerente de Diseño de BrodyFriedman