Claves urbanas para retener el éxodo de talento del Río de la Plata
Francisco Tezanos director y socio en +Colonia
Francisco Tezanos director y socio en +Colonia
La pandemia fue de las experiencias más disruptivas que tuvimos que afrontar colectivamente. Uno de los cambios más significativos fue el trabajo remoto o virtual: nos sorprendimos al descubrir que la presencialidad no es indispensable para trabajar de manera eficiente. Fue así como durante 2020 y buena parte del 2021 la mayoría de las organizaciones optaron por un régimen 100% de trabajo remoto, que a simple vista, trajo múltiples beneficios para los empleados: ahorrarse el viaje hasta la oficina, poder trabajar desde -virtualmente- cualquier lado, e incluso ahorrar gastos del día a día.
Sin embargo, otro desafío se iba instalando oculta y silenciosamente en el seno de las empresas. La cultura organizacional comenzó a ponerse en juego a la vez que se perdía la identidad física de las empresas. El trabajo remoto, con todos los beneficios que trae, presenta grandes desventajas a la hora de fortalecer los grupos humanos, lograr cohesión e incorporar gente nueva a los equipos.
Un estudio de Readiness Global realizado en 2022 profundizó en los motivos por los que trabajar desde casa puede resultar complicado. Entre las respuestas más mencionadas por los encuestados figuran la administración de tiempos y el manejo de horarios, el sedentarismo y, en el otro extremo, la hiperconectividad. De hecho, una investigación realizada por Microsoft Argentina y la Universidad de San Andrés sostiene que el 75% de las personas siente que trabaja más en sus casas. El mismo estudio arroja que el 77% de los argentinos prefiere trabajar de manera híbrida.
El problema es global, y al reto de la cultura organizacional se le suma otro desafío: la productividad. The Economist encuestó los hábitos de trabajo a distancia de 10.000 empleados de empresas tecnológicas asiáticas y encontró una disminución del 20% en la productividad.
En la misma línea, al otro lado del mundo, un estudio en conjunto de las universidades de Columbia y Stanford, realizado en 2022 y publicado en la revista Nature, asegura que las videollamadas matan la innovación, afirmando que las reuniones virtuales son menos efectivas que las presenciales. Los investigadores sostienen que, a través de los dispositivos, se reduce el enfoque cognitivo de los comunicadores.
Estamos frente a un punto de quiebre: mientras que la presencialidad total se muestra menos eficiente, la virtualidad total se hace inviable para aquellas empresas y equipos de trabajo que se alimentan de la interacción humana. Los activos más importantes de una organización siempre van a ser las personas, y el trabajo remoto es el gran antagonista para el desarrollo de la cultura organizacional.
Por eso, el futuro del trabajo necesita encontrar ecosistemas que puedan agrupar al talento y alentar la potencia que surge del encuentro personal. Se trata de sumarle valor a la virtualidad y generar flujos que hagan que las reuniones presenciales físicas sean simples y cotidianas.
La buena noticia es que ya existen ecosistemas híbridos de trabajo que buscan potenciar un estilo de vida saludable para los empleados y alientan la presencialidad mediante espacios comunes de sinergia. El caso más emblemático cuando hablamos de un hub de innovación y un ecosistema pujante para la convivencia de emprendedores no es nuevo y se llama Silicon Valley. La historia es conocida: pioneras en la tecnología como Hewlett Packard y Xerox, y los referentes actuales como como Apple, Google o Meta rompieron todo tipo de récords en términos de rentabilidad, sumergidos dentro de una estructura ideal para su impulso.
Silicon Valley, en algún momento de la historia, fue una apuesta. Pero, ¿por qué acabó siendo un éxito? La respuesta incluye por supuesto venture capitals, softwares de última generación y rondas de inversión multimillonarias, pero hay un sostén humano ineludible: la creatividad. Y esta se alimenta de la interacción humana. Por eso triunfan aquellos ecosistemas que alientan a la presencialidad, no como algo obligatorio, pero sí como algo beneficioso: las mejores soluciones aparecen a partir del roce orgánico y natural de la interacción humana.
Un caso más cercano aparece en Curitiba, Brasil, con el Vale do Pinhão, hogar de tres unicornios brasileños. Este centro de innovación es atractivo para las empresas porque cuenta con una infraestructura de alto nivel que otorga beneficios a los empleados a partir de una urbanización que invita a la conexión entre ciudadanos, opciones de alto nivel educativo, y un apoyo fiscal para los recién llegados que reduce la burocracia y alienta al desarrollo.
Este tipo de ciudades, que van más allá de lo que puede ofrecer una empresa en particular, alientan a la presencialidad desde un modelo híbrido, impulsando al empleado a trabajar cara a cara con su equipo, mientras se le dan opciones para trabajar virtualmente. Es a través de este equilibrio que se puede mantener motivado al trabajador sin quitarle el derecho al teletrabajo y se establece una lógica win-win, que se refleja en los resultados corporativos y en la calidad de vida de las personas.
Los líderes del futuro, si quieren ganar la carrera del talento de las nuevas generaciones, deben proponer soluciones integrales que equilibren la necesidad de construir una identidad empresarial que se sostenga en el tiempo con los beneficios que la virtualidad otorga a los trabajadores.
La región del Río de la Plata tiene una enorme oportunidad de dar una respuesta a este desafío a partir de la creación de una ciudad inteligente que busca ser una referencia. El proyecto +Colonia desarrollará un hub de innovación de la economía del conocimiento en un predio de 500 hectáreas en Colonia de Sacramento, Uruguay. Esta smart city, como Silicon Valley o Curitiba, reunirá las características de un hub de innovación en una ciudad abierta y colaborativa. El esquema, por ejemplo, incluye una serie de distritos corporativos, temáticos y genéricos, que permitirá a las empresas y startups reunirse de acuerdo con afinidades y oportunidades. De esta manera, el dilema de la presencialidad se vuelve intrascendente: la virtualidad siempre es una opción, pero, a partir de la cercanía física, la presencialidad también pasa a ser una alternativa cotidiana.
Como hace unos años Silicon Valley fue un trampolín para California y los Estados Unidos, hoy el Río de la Plata y Latinoamérica se encuentran frente a una oportunidad que no pueden desaprovechar. El futuro del trabajo no es presencial ni virtual: es híbrido, y aquellos sistemas -como las smart cities- que puedan potenciar el talento tienen una enorme oportunidad. Es ahora.
*La columna fue escrita por Francisco Tezanos, director y socio en +Colonia