Chejov y la balanza de pagos

Quizás se podrían trazar otros paralelismos con El jardín de los Cerezos, escrita por Anton Chejov en 1903, pero vale la pena recordar en especial aquella frase de uno de sus personajes, Leonid Gaev: “Cuando para curar una enfermedad hay que usar muchos remedios… es que no tiene cura“.

En febrero 2022 AFIP implementó la resolución conjunta 4364/2018, donde se incorpora el cálculo de un indicador denominado “capacidad económico financiera” al sistema de monitoreo de importaciones con el objetivo tácito de aplicar limitaciones, más allá del genuino objetivo fiscal.

Unos pocos meses después, el 27/6/22, entró en vigencia la resolución 7532 del BCRA, la cual modifica las posibilidades de acceder al mercado de cambios para cursar pagos de importación, con vigencia hasta el 30/9/22. 

Esta polémica medida adicional y temporaria, se justificaba en la necesidad de controlar todo egreso de divisas, habida cuenta de la fuerte necesidad coyuntural generada por las compras de combustible, pese al contexto de ingresos record de dólares por exportación.

Como siempre en estos casos, la consecuencia es una caída de la producción industrial. Más difícil de medir, pero no menos real, es el impacto generado por la incertidumbre para la inversión productiva, máxime considerando que el 75% de la importación argentina son bienes para la producción. 

 

Como se sabe, recientemente y con gran expectativa se implementó el denominado “Programa de Incremento Exportador”. Más allá de su sugerente nombre y posible impacto en el balance fiscal, su finalidad explícita es la obtención de importantes liquidaciones que mejoren las magras reservas en el plazo más breve posible (septiembre), limitando para ello pragmáticamente su alcance a la cadena de valor de la soja, con fuerte peso en los productos primarios.

El Banco Central (BCRA) suma paralelamente una presión adicional al encarecer arbitrariamente la tasa mínima de financiamiento para aquellos productores que mantengan un inventario superior al 5% de su producción

Es evidente en todas estas medidas, de corte eminentemente financiero (liquidación de inventarios en este último caso), la ausencia de todo fomento a la producción de valor agregado o de apoyo a mejoras de posicionamiento de la producción nacional en el exterior en este desafiante contexto. 

Es justo reconocer que proactivamente se han ido adoptando ajustes a estas medidas a fin de evitar daños en ciertas cadenas productivas, pero esto no resultaría suficiente para calificar estas medidas como productivistas.

La semana pasada, mediante la comunicación A 7601, el BCRA sorprendentemente extiende la vigencia de la resolución que condiciona el pago de importaciones, aunque trasciende la intención de no afectar con ello la producción y la exportación, sin explicitar cual sería el mecanismo para evitarlo.

En tal sentido sugerimos que hay una oportunidad de mejora en la medida que nuestras autoridades consideren la posibilidad de simplificar y facilitar el uso de mecanismos disponibles para promocionar la exportación tales como importación temporaria, reposición de stock o drawback, maximizando para ello la colaboración y el diálogo público privado.

 

Tenemos claramente varios objetivos en común: exportar, producir y dar empleo, pero para esto debemos empezar por reconocer que a lo largo de las últimas dos décadas no nos ha ido bien. 

Con la sucesión de medidas (consideradas justificadas o justificables en cada momento), hemos llegado a ser tan solo el 0,35% del comercio mundial. Necesitamos evitar medidas financieras de corto plazo como la A 7532, que condicionan el aumento de nuestras cantidades exportadas y nos hacen poco confiables como proveedores y dejar de invertir tiempo en amortiguar los efectos negativos de nuestras propias acciones.

Necesitamos el aumento sustentable de la cantidad y complejidad de los bienes que exportamos, diluyendo el peso que tiene en nuestra balanza la volatilidad de los precios de productos primarios. Para ello debemos focalizarnos en todos los aspectos tangibles que hacen a nuestra competitividad mediante una estrategia nacional exportadora porque de otra manera, al decir del personaje de Chejov, no habrá cura.

 

*La columna fue escrita por Fernando Landa, presidente Cámara de Exportadores de la República Argentina