Para evitar la culpa del aumento de los precios, el presidente Joe Biden y su equipo están culpando a las empresas codiciosas, principalmente a los procesadores de carne, productores de petróleo y gas, y compañías farmacéuticas. Se habla cada vez más de que, si la inflación no disminuye pronto, la Casa Blanca puede imponer -y cito textual- controles de precios “temporales” a productos sensibles a los votantes, como la carne, el pollo, el combustible para calefacción y varios medicamentos recetados.
Esto será desastroso como lo demostraron varios miles de años de experiencia: los controles no funcionan. De hecho, empeoran las cosas porque atacan los síntomas, no la causa subyacente, que es la disminución del valor de la moneda.
Los gobiernos siempre buscan chivos expiatorios de la inflación. El Imperio Romano culpando a los cristianos, Europa saltando a las brujas durante la época medieval, o el presidente Nixon señalando con el dedo a los especuladores y los productores de petróleo árabes por la gran inflación de la década de 1970.
Al bajar artificialmente los precios, los controles aumentan la demanda de los productos y perjudican la creación de más productos de este tipo, porque los productores no pueden cubrir sus costos crecientes. Tomemos el objetivo favorito de la Casa Blanca: la carne. La demanda de carne en todo el mundo se disparó durante la pandemia. Ese aumento inesperado hizo subir los precios. Por eso las ganancias de los procesadores de carne aumentaron temporalmente.
Pero eso cambiará a medida que aumenten los costos de producción, del transporte debido a la escasez de conductores y a los precios significativamente más altos del combustible. Otros materiales como el packaging también son más costosos. Entonces hay una grave escasez de mano de obra. Los salarios están subiendo, lo que también significa precios elevados. Esas jugosas ganancias no van a durar.
No obstante, la administración de Biden está imponiendo más regulaciones y está dispuesta a gastar US$ 1.000 millones para subsidiar pequeños procesos regionales para promover la competencia. Las compañías de petróleo y gas siempre son un objetivo político popular, y más aún en períodos inflacionarios como este.
La administración de Biden asumió arrasando la industria, cancelando oleoductos, restringiendo la exploración y producción, y dejando en claro que el objetivo a largo plazo del presidente era enviar a estas empresas al cementerio corporativo. No es de extrañar: los precios del combustible se dispararon como un cohete. Ahora, la Casa Blanca está rogando a la OPEP rusa que aumente la producción, y sus productores nacionales están amenazados.
Los controles de precios de los medicamentos recetados matarían la innovación, que es lo que sucedió en Europa. Las compañías farmacéuticas alguna vez fueron una fuente de nuevos medicamentos, pero incapaces de recuperar el alto costo de desarrollar estos medicamentos y dispositivos médicos.
Las causas fundamentales de la inflación actual son la escasez provocada por políticas de pandemia mal concebidas y la creación de demasiado dinero por parte de la Reserva Federal. Los controles de precios no funcionaron en el pasado. Empeorarán los problemas en el futuro.