Argentina: Una temida estanflación
Francisco Coll Morales Economista, responsable de educación económica y financiera en Rankia
Francisco Coll Morales Economista, responsable de educación económica y financiera en Rankia
Pese a la buena previsión de crecimiento que presenta la economía argentina, la elevada inflación, sumada al intenso deterioro del entorno económico, sitúa al país en una complicada situación. Al margen del crecimiento que registra hoy la economía, las medidas aplicadas para frenar la escalada que viven los precios están frenando a la economía argentina, restando dinamismo a unas previsiones que cada día prometen menos. Y si este entorno sigue deteriorándose y la economía argentina sufriera una contracción, el escenario al que nos enfrentaríamos sería uno de los peores escenarios posibles, y al que más temen todos los economistas.
El escenario del que hablamos, el cual prevé sufrir la economía argentina en los próximos meses, teniendo en cuenta la elevada inflación que vive el país y el deterioro del entorno macroeconómico, es a lo que los economistas llaman una “estanflación”.
La estanflación, como su propio nombre indica, es la situación que vive una economía que, de manera simultánea, sufre un periodo de nulo crecimiento o estancamiento económico y elevada inflación. Por tanto, cuando un país sufre la estanflación, lo que ocurre es que la economía del país se ha estancado, materializándose el estancamiento con la medición de un PIB que no crece, y, de manera simultánea, es decir, a la vez, se produce un encarecimiento del coste de vida, o lo que es lo mismo, inflación.
Esta situación, como hemos indicado en innumerables ocasiones, es una situación muy preocupante y muy temida por los economistas. Cuando una economía sufre la estanflación, la ciudadanía no solo se empobrece por los efectos del estancamiento económico, sino que, además, la inflación con la que convive este estancamiento hace que dicho empobrecimiento se acentúe todavía más. Y para hacernos una idea de la peligrosidad y la magnitud del escenario al que nos enfrentamos, hemos de señalar que ni el mismísimo John Maynard Keynes, el economista más influyente del siglo XX, fue capaz de prever un escenario en el que estos dos fenómenos pudieran darse de manera simultánea; pues el daño previsto por un semejante escenario, y la dificultad que conlleva salir de un escenario así, era inimaginable, incluso, para los economistas.
En este contexto, es preciso señalar que combatir la estanflación no es una tarea sencilla.
Como bien sabemos, la estrategia a seguir por los bancos centrales cuando existe estancamiento económico es, como hemos visto a lo largo de las distintas crisis que se han sucedido, inyectar estímulos que favorezcan la demanda, estimulando así la actividad económica, la producción y, con ello, el crecimiento económico. Sin embargo, cuando los bancos centrales tratan de combatir la inflación, la estrategia a seguir es la opuesta. Para reducir la inflación, el Banco Central trata de relajar la demanda, subiendo los tipos de interés y dificultando el acceso al crédito por parte de los agentes económicos. De esta manera, la demanda se relaja, la tensión en los precios remite y la inflación, con ello, se va reduciendo.
Por tanto, lo que nos encontramos en un escenario de estanflación es que, al tratar de combatir el estancamiento económico, alimentamos la inflación, pues estimulamos la demanda y, con ello, la subida de precios. Pero, de la misma manera, encontramos otro conflicto al combatir la inflación, pues esa subida de tipos y esa falta de estímulos mata el crecimiento económico, pronunciando ese estancamiento.
En otras palabras, nos encontramos ante una clarísima encrucijada, pues, como podemos apreciar, las medidas tradicionales para combatir la situación, teniendo en cuenta que son contrapuestas, no permiten abordar dicha problemática íntegramente. Y esta es la razón por la que dicho fenómeno es tan temido por parte de los dirigentes políticos y los banqueros centrales, pues salir de este atolladero, como reflejamos en el artículo, conlleva un esfuerzo desmesurado.
Dicho esto, esta es la situación a la que se enfrenta la economía argentina. La inflación, atendiendo a las previsiones con las que trabajan los organismos económicos y el Gobierno, podría cerrar el año superando el 100%. Asimismo, el crecimiento económico que registra el país, pese al dinamismo que registra en estos momentos, se está apagando y, en cuestión de meses, podría derivar en una recesión económica o, técnicamente hablando, en una contracción económica. Y esto, atendiendo a la definición que hacemos anteriormente, sitúa a la economía argentina en un claro escenario de estanflación.
Por todo lo mencionado anteriormente publicamos la columna pasada, en la que mencionamos que, pese al optimismo, los riesgos seguían muy presentes en la economía argentina. El país se enfrenta a una serie de problemáticas para las que todavía no tenemos una solución clara, y ello debe mantener alerta a unos mandatarios que, de no hacer nada, podrían poner en peligro una recuperación económica que podría no materializarse nunca. Por todo ello, sigamos trabajando y pendientes de nuestro entorno, pues el escenario, como vemos, es uno de los peores posibles, y como avisó Christine Lagarde, presidenta del BCE, este todavía puede ir a peor.