Argentina, tierra de oportunidades

Desde muy chico supe que quería ser emprendedor, pero todo alrededor mío me decía que era una mala idea. Crecer en Argentina, específicamente en La Matanza, Ciudad Evita, de donde somos mi socio Ramiro Giri y yo, es un desafío en el que no hay muchas señales que te orienten para triunfar con un negocio. 

Teníamos 16 y 18 años con Ramiro cuando a pesar de que en nuestras familias no había ningún empresario y que no teníamos nada de experiencia decidimos lanzarnos a la aventura de crear nuestra propia marca. Estudiábamos y en paralelo nos pasábamos horas arriba del colectivo, llevando paquetes con mercadería, viendo tutoriales de YouTube para aprender sobre el negocio de la moda. Contra todo pronóstico, ese salto al vacío se convirtió en una empresa de indumentaria que hoy da trabajo a 23 personas. Ahora, con 26 años, habiendo terminado mis estudios como economista y con 8 años en el rubro, soy un convencido de que, para el que lo intenta, Argentina es una tierra de oportunidades.

Lejos de ser una frase bonita o políticamente correcta, nuestro país tiene todo para triunfar. Argentina es cuna de 11 unicornios, escuela de grandes talentos -en el top de alfabetización a nivel regional, según UNESCO y el Banco Mundial-, con altísima penetración de Internet -que llega al 85% de los hogares, según Cabase-, y un interés constante y demandante por innovación y nuevos productos. 

A la vez, Argentina es un país que permite un rápido crecimiento empresarial en ciertos sectores, donde aún hay mucho por crear. Por eso, quienes apuestan por nuevas técnicas y tecnologías, pueden agregar mucho valor. 

Por supuesto, el principal desafío es la coyuntura, que corre a una velocidad difícil de seguir. La clave está en trasladar la eficiencia a baja de costos para lograr precios cada vez más competitivos. Parece fácil decirlo, pero sabemos que es un reto ponerlo en práctica. Por eso, para armar un proyecto con cimientos fuertes en Argentina, es esencial pensar el negocio desde el día uno con una perspectiva global, con roles claros. 

Lo mismo con un buen control de ingresos y gastos para que la rentabilidad del negocio esté presente a la hora de tomar decisiones y buscar el margen deseado. Suena simple, pero en Argentina la norma es hacer las cosas de manera irregular, lo cual a largo plazo te termina cerrando puertas.

¿Cómo hacer, entonces, para resistir a los vaivenes económicos y políticos? Un buen consejo es aplicar políticas anticíclicas que propone la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL). Es decir, en momentos de bonanza o de consumo pujante, debemos tomar medidas que nos permitan diversificar el negocio y buscar la innovación y el progreso técnico con nuevas tecnologías. Desde el punto de vista financiero, ese es el momento de cancelar pasivos e intentar financiarse con capital propio. Esto nos permitirá que cuando lleguen tiempos de caída del consumo, tengamos un negocio diversificado, con la innovación lograda y tal vez podamos acceder a nuevos mercados en los que no estén atravesando un contexto recesivo. 

En una realidad tan apremiante a veces parece imposible pensar en el largo plazo, pero es un ejercicio fundamental para que un negocio trascienda. En la mentalidad del empresario suele estar muy presente el largo plazo, se habla de él con la esperanza de que por fin sea la oportunidad de tener previsibilidad, pero la realidad muchas veces nos obliga a cambiar los objetivos proyectados. 

Es muy difícil hablar de largo plazo en Argentina, sin embargo, es muy necesario. A pesar de los múltiples problemas que podríamos nombrar sobre la falta de previsibilidad que tenemos las empresas argentinas, intentamos planificar teniendo en cuenta que el cambio constante es una realidad inevitable. Por lo tanto, procuramos mantenernos ágiles a la hora de tomar decisiones, adaptándonos lo más rápido posible. Buscamos que, puertas para adentro, la empresa mantenga objetivos que vayan más allá de lo urgente (diversificando, profesionalizando al equipo, o incorporando nuevas soluciones). 

La tecnología puede ser un aliado estratégico para lograrlo. La innovación y la adaptabilidad son claves para el crecimiento sostenido de una empresa en el contexto argentino. La adaptabilidad debe estar integrada en la cultura empresarial, para transformarse en un organismo ágil, que responda rápido en esta montaña rusa que es la Argentina.  

No podemos dejar de lado a la macro, pero tampoco podemos vivir atados. Es esencial que la innovación sea estratégica, y hacerse cuando el contexto lo permite, para no comprometer la estabilidad de la empresa en momentos difíciles. Emprender en Argentina implica desafíos, pero también un sinfín de oportunidades.

 

*La columna fue escrita por Lautaro Rodríguez, socio fundador de Frères