Atendiendo a lo que ocurre en el mundo y, particularmente, a lo que ocurre en la economía, quedan muy pocas personas en el planeta que desconozcan a día de hoy lo que quiere decir el concepto inflación. Teniendo en cuenta que numerosas economías en el mundo registran un incremento de los precios que no veíamos desde hace varias décadas, la ciudadanía ha comenzado a preocuparse, así como a interesarse por ese fenómeno que está disparando su coste de vida y acabando con su poder adquisitivo. Sin embargo, hemos de señalar que, en ciertas economías, como en la economía argentina, este concepto ya es un viejo conocido para sus ciudadanos.
Cuando hablamos de la economía argentina, resulta bastante complicado hacer un análisis sin que aparezca en este el concepto inflación o hiperinflación. La economía argentina, ya desde mediados del siglo XX, convive con una inflación que, en ciertos momentos, ha llegado a ser extrema. Y pese a que la economía crece, se desarrolla y alcanza acuerdos para no volver a caer en impagos, así como otros sucesos que manchan la imagen del país a nivel internacional, la inflación en el país sigue disparada, y con la previsión de cerrar el año con una inflación anual que, atendiendo a lo que dicen los analistas de Bloomberg, podría situarse en las tres cifras, o lo que es lo mismo, por encima del 100%.
Dicho esto, hagamos un repaso a esa historia del país, así como a los sucesos que han hecho de la inflación una cotidianidad para la ciudadanía argentina.
Zoom, Slack y Teams, ¿se suben al metaverso?
Atendiendo a la historia, hemos de señalar que la historia de la inflación en la economía argentina, o, mejor dicho, la historia más reciente comienza a mitad de los años 70, cuando el ministro de Economía Celestino Rodrigo, con María Estela Martínez de Perón como presidenta del país, aplica una serie de medidas que provocaron una importante devaluación de la moneda nacional. Dicha devaluación, atendiendo a los registros que tenemos de aquel momento, hizo que los precios se disparasen, y pese a que la inflación se situó en el primer año, en 1974, en el 24%, esta no dejó de crecer en los años siguientes, situándose en el 180% en 1975, y cerrando el 1976 con una inflación que superaba el 440%.
Pese a los intentos de reducirla por parte del régimen, la nueva presidencia, tras la salida de los militares, recogió las riendas con una inflación que superaba el 340%.
Raúl Alfonsín, siendo este el presidente que asumió la tarea de dirigir al Gobierno tras la extinción del régimen militar, recogió las riendas del país con una hiperinflación que, pese a reducirse, acabaría incrementándose a su salida. Dicho de otra manera, hemos de señalar que Alfonsín fue un presidente que aplicó numerosas medidas para combatir la inflación, y estas le permitieron rebajar de casi el 700%, que era el nivel que se situaba está en 1984, al 80%, en 1986. Sin embargo, el año de su salida, es decir, en 1989, Alfonsín dejó el cargo a su sucesor Carlos Menem, pero lo dejó con una inflación disparada que superaba el 3.000%.
Carlos Menem, quien veía cómo el país se paralizaba por una hiperinflación equivalente al 3.000% ante la impasible mirada de Raúl Alfonsín, optó por una medida radical basada en la convertibilidad, o lo que es lo mismo, un sistema similar al patrón oro, que indexaba la moneda al dólar y que obligaba al Estado a ingresar un dólar en sus reservas por cada peso emitido. En un primer momento, hemos de señalar que la medida acabó con la inflación de forma inmediata. Sin embargo, con el paso del tiempo, el sistema propuesto por el nuevo presidente acabó descarrilando, y la economía estalló de nuevo, desatándose la crisis del corralito.
Ya en 2003, dos años después de la crisis, Néstor Kirchner, asumió la presidencia con una inflación que se situaba en el 13%, y este, atendiendo a los registros, la redujo al año siguiente por debajo del 5%. Durante los años siguientes, Argentina comenzó a crecer y a desarrollarse, teniendo en cuenta la inercia en la que se vieron inmersas todas las economías por una burbuja que estallaría años más tarde. Sin embargo, cuando la situación comenzó a complicarse y la situación superó al presidente del país, las estadísticas comenzaron a fallar, y la inflación, que no podía registrarse con fiabilidad, se disparó de nuevo. Agencias independientes al Gobierno argentino estimaron que el kirchnerismo dejó el gobierno después de 12 años con una inflación superior al 30%.
En 2015, con la llegada al poder de Mauricio Macri, Argentina optó por aplicar medidas ortodoxas que, atendiendo a la ciencia económica, pretendían rebajar la inflación y devolverla a niveles normales. Sin embargo, pese a la buena gestión del presidente Macri, avalada y aplaudida por todos los organismos internacionales, y las metas de inflación propuestas por este, la inflación siguió creciendo y, al finalizar su mandato, cerraba el año con un 53%.
En resumen, la Argentina y la inflación son dos términos estrechamente ligados, como podemos observar. Desde hace muchos años, Argentina convive con una inflación que obliga a los ciudadanos a buscar herramientas y alternativas para poder sortearla. Y pese a que, como digo, Argentina sigue creciendo, no se espera que este eterno problema, atendiendo a las debilidades estructurales de la economía y el importante déficit que, históricamente, arrastra, se soluciones de forma fácil y en el corto plazo.