En un contexto electoral como el que nos toca vivir este año, la pregunta sobre cómo hacer un Estado más eficiente debe ser central en nuestras conversaciones. Quienes aspiren a conducir dependencias estatales deben aceptar el desafío de gestionar de manera eficaz, buscando hacer un uso racional de los recursos de los ciudadanos.
Uno de los principales conceptos que deben aparecer cuando hablamos de Estado es “eficiencia”, esto implica el correcto y óptimo uso de los ingresos (nuestros impuestos) y qué impacto positivo o negativo tiene ese uso.
Leyendo un ensayo de Friedrich Hayek, economista liberal, y basándome en la experiencia de gestión en la municipalidad de Jesús María, me inspiré a utilizar ciertos términos para poder explicar cómo el Estado puede ser más eficiente. Ellos son: el conocimiento, la planificación y la adaptación a los cambios.
Hasta hace unos años, la función de los municipios se limitaba sólo a la prestación de servicios como el alumbrado, barrido y limpieza (ABL). Hoy, tal como viene sucediendo en todo el planeta, el Estado interviene cada vez más en la vida cotidiana. Así es que nos encontramos con gobiernos locales que brindan servicios de atención primaria de la salud, que llegan a tener sus propios hospitales comunales, también brindan educación en sus etapas primarias (guarderías, apoyo escolar, robótica , etc), geriátricos, salud mental, vigilancia, etc.
Tomando la parte positiva de esta intervención podemos interpretar que la misma viene dada por un crecimiento del bienestar en las personas, aunque también por el fenómeno de la descentralización de los servicios, desde los gobiernos centrales hacia los gobiernos locales.
Los intendentes y sus equipos ya no sólo tienen que ver si las calles están limpias; el intendente necesita tener una mirada 360° de todas las prestaciones brindadas. Para ello es necesario tener un sistema de información que le permita medir el rendimiento de cada una de ellas. Esto se relaciona al primer factor: “conocimiento”. Hoy, con la tecnología disponible, se puede disponer de una estructura informática que permita tomar decisiones al instante en base a la disponibilidad de información de calidad. Como ejemplos: un sistema de reclamos que permita detectar anomalías en el sistema de red de cloacas; un sistema de salud que encienda un alerta ante un determinado número de casos de gripe; un sistema en educación que mida la inasistencia, las calificaciones y lo cruce con la ficha médica del centro de salud; cámaras de seguridad que midan la afluencia del tránsito; sistema financiero que proyecte los ingresos/egresos para los próximos meses, son ejemplos de cómo la tecnología puede ayudar a tener un relevamiento inmediato de algunas cuestiones del municipio.
Estos casos son los más comunes. Hoy con inteligencia artificial, con el “internet de las cosas” y otras nuevas herramientas se puede ser aún más disruptivo e innovador.
Para poder llevar a cabo la implementación de la modernización del Estado, es necesario planificar (segundo factor: “planificación”) qué es lo que necesitamos, cómo lo vamos a visualizar, cómo lo vamos a controlar, qué acciones correctivas se realizarán. Estas últimas surgirán de la observación de oportunidades de mejoras, y de la disponibilidad de información de calidad, que pueden derivar de procesos pre-existentes, o de cambios de comportamiento de la sociedad (tercer factor: adaptabilidad).
En ese sentido es que introduzco el concepto Buenas Prácticas Municipales (BPM) que estamos trabajando en la gestión y que hemos enriquecido en el Primer Congreso BPM realizado este año, en el que compartimos experiencias e ideas con los más de 200 asistentes y oradores.Esta categoría concentra los procesos e indicadores comunes que debe tener cualquier municipio, conjugando estos tres conceptos: información, planificación y adaptabilidad. El municipio debe estar obligado a mostrar información que debe estar disponible para todos; desde la publicación de los presupuestos ejecutados, las compras, las declaraciones juradas de los funcionarios, niveles de endeudamiento, hasta la eficiencia energética, indicadores de performance de cada área y tasa de desempleo.
Además de la publicación de información, las BPM necesitan ser herramientas potenciadoras de la Participación Ciudadana. Es sumamente necesario y enriquecedor escuchar a los vecinos y hacerlos parte del diseño y la ejecución de ciertos programas. Ya no basta con votar cada cuatro años, como ciudadanos debemos ejercitar la cultura de informarnos y participar en políticas públicas para pasar del sujeto pasivo al sujeto activo .
Las BPM son más que transparencia, van más allá de la novedosa herramienta de Gobierno Abierto. Introducen indicadores de bienestar, entre ellos el ambiente, la salud y la educación, promoviendo el involucramiento de los vecinos en temas centrales de las comunidades.
Así lo plantea el Consejo de Europa: “Las municipalidades exitosas han entendido el valor de las buenas prácticas como una manera de probar la eficiencia en los servicios prestados y en el sostenimiento de la demanda por más descentralización”.
Los gobiernos locales podrán ser cada vez mejores si generan información que sea compartida, que brinde una retroalimentación, cerrando un círculo virtuoso de mejora continua. Esta información permitirá una planificación más asertiva y sólida, a la vez que incentivará, a través de la transparencia, la participación de los ciudadanos en las decisiones y propuestas para el municipio.
Esta es mi invitación: promover entre los actores sociales claves estas prácticas tan necesarias para la democracia.