Por Germán Soracco, vicepresidente de ventas para Latinoamérica en Red Hat
Para comprender la importancia que tienen los unicornios en la región, es necesario tener presente qué son y por qué son tan particulares, incluso cuando las vemos nacer cada vez con mayor frecuencia. En pocas palabras, una empresa unicornio es aquella que logró capturar en una forma única la necesidad del mercado, que sus líderes logran detectar lo que otros no pueden ver, su valorización, sencillamente es una consecuencia de la creación y la mirada de una generación sub 30 en altos puestos de liderazgo.
Imaginemos por un instante aquella criatura salida de la mitología y el folklore alrededor de ella, puesta en medio de una junta directiva que está a punto de definir el futuro de la compañía. Parece cómico, infantil? fuera de lugar. No debemos olvidar que así es como las grandes ideas nacen y avanzan y nuestra región es testigo y creadora de ejemplos instalados. Es ahí donde radica el éxito de las empresas Unicornio, antes de que el mundo creyera en ellas, creyeron en sí mismas. La innovación constante y el desafío de lo inexplorado se encuentran en el core de estas empresas. Pero también en el centro de su gente, quienes tienen algo que probar al mundo y a ellos mismos.
En mis últimos años, aprendiendo sobre esta mística que las hace tan especiales, me ha permitido comprender que llegar al estatus mítico de "unicornio" tiene muchos desafíos. Es un viaje de esfuerzos descomunales, de un profundo propósito que para muchos es difícil de comprender qué los motiva y los moviliza. Los desafíos a los que se enfrentan antes de generar un retorno para sus inversores a través de una adquisición o una oferta pública inicial son hostiles, y muchas veces se encuentran fuera de la pista antes de que su negocio realmente necesite despegar.
En Latinoamérica, a fines de 2021 las compañías Unicornio de tecnología respaldadas por capital de riesgo (más de 1 billón de dólares estadounidenses), eran alrededor de 30. Si incorporamos las miles de compañías jóvenes que se encuentran en este proceso y adicionamos a compañías existentes que han decidido estratégicamente su spin off, para la transformación digital, el número es aún mayor.
En un estudio de tendencias y proyecciones el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) proyecta que en Latinoamérica se necesitarán, para el 2025, alrededor de 1.2 millones de desarrolladores. Este es el riesgo más importante que las compañías enfrentan, el lograr satisfacer la demanda actual y las proyecciones futuras.
Actualmente todos observamos como este mercado se "calienta" -término que solemos usar cuando vemos que los profesionales rotan entre compañías que no pueden continuar si no cuentan con estos recursos-, entonces, ¿cuál es la oportunidad? Abrazar la posibilidad de diseñar un plan, donde los organismos gubernamentales, empresas, entidades educativas y organizaciones sin fines de lucro nos entusiasma con la idea de un entorno que favorezca el aporte colaborativo de las comunidades para satisfacer una demanda insatisfecha.
Las compañías privadas desde hace muchos años trabajan en planes de diversidad e inclusión, en espacios donde incluyen programas intensivos para personas de bajos recursos. Esta sería una alternativa para incrementar potenciales profesionales para satisfacer la demanda a través de procesos simples que ya han dado resultados en el pasado.
Es una de las responsabilidades más grandes que tenemos como seres humanos, poder lograr una mayor equidad social, y sin duda existe en esta demanda una oportunidad única. Los gobiernos tienen una responsabilidad aún mayor, la de generar un modelo de incentivos que permita a las compañías privadas que estos programas conviertan a personas sin experiencia en IT en profesionales tecnológicos. Pero deben asegurarse que estos programas sean geográficamente equitativos, asegurando que regiones donde hay menor cantidad de empresas tenga una demanda equilibrada, apuntando a un crecimiento de toda la región.
Un modelo basado en la comunidad debería asegurar que la preparación de estos profesionales refleje los valores compartidos e idealizados, casi mitológicos como la esencia que conformó a estas compañías. De esta forma, muchas más empresas podrán aspirar a convertirse en Unicornios y romper con algunos de los paradigmas más complejos en los mercados actuales.
En este último desafío es en donde las organizaciones sin fines de lucro pueden cumplir un rol fundamental, las personas que lideran estas organizaciones, tienen un entendimiento de necesidades sociales muy profundo y pueden cumplir el rol de lleva a cabo la equidad de generación y consumo de estos recursos, asegurando que la decisión no esté centralizada en un solo lugar.
En lo personal, me siento atraído por dos tipos de startups. Por un lado, las de blockchains, porque aportan independencia y un sentido de comunidad a los intercambios de valor que permite explorar más allá de los límites. Podemos encontrar cierta representación colaborativa en las cadenas de bloques, las cuales suman independencia y un sentido de comunidad a los intercambios de valor. Y como parte fundamental de ese servicio orientado al consumidor se encuentra conocer cada parte del negocio y poder responder de forma ágil y automatizada ante las demandas. Por otro lado, las que están enfocadas en soluciones para reducir el desastre climático, con la mirada puesta fundamentalmente en detener los procesos de generación de huellas de carbono.
Hoy los avances tecnológicos en sus múltiples niveles, como son la inteligencia artificial, edge computing o la nube híbrida, ofrecen un potencial enorme a los emprendedores, un futuro deslumbrante que está ahí para ser liberado con el respaldo de compañías como Red Hat que puede trabajar mano a mano con ellos en su proceso de transformación. Latinoamérica tiene una oportunidad única de continuar desarrollándose en este nuevo panorama, satisfacer la demanda del mercado y ser un proveedor para el resto del mundo, donde se asegure mayor equidad social. En cierta forma, Latinoamérica es un unicornio en sí misma.