Mariano de Elizalde, de Biosidus: "Nos preparamos para una nueva etapa de crecimiento"
Cecilia Valleboni Forbes Staff
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Este año, Biosidus celebra sus primeros 40 años de historia. “Para una empresa de biotecnología es mucho tiempo y fuimos pioneros en Argentina, en América Latina y en mercados emergentes", destaca el presidente y CEO, Mariano de Elizalde. La firma comenzó haciendo I+D en 1983 y, tras una etapa de mucha innovación, lanzó su primera proteína recombinante en 1990, que fue la eritropoyetina recombinante humana. Ese fue un gran hito y luego siguieron otras ocho más.
En total, tiene 540 empleados, de los cuales el 70% trabaja en las plantas -una de ingrediente activo y otra de producto terminado-, en el centro logístico y el equipo de desarrollo. "Fuimos pioneros en llevar ciencia argentina al mundo y estamos en más de 60 países. Las inversiones en biotecnología requieren mucho capital intensivo y son a largo plazo. Para recuperar esas inversiones hay que ir más allá del mercado local", asegura.
Hace cinco años nos propusimos reposicionar la compañía para seguir creciendo. Hay que aggiornarse y hacer inversiones para mantener los estándares requeridos en el mundo de hoy. Nos preparamos para una nueva etapa de crecimiento. Invertimos US$ 15 millones para duplicar nuestra capacidad productiva y otros US$ 10 millones en la documentación de los productos. Esto es clave para pensar en los próximos 40 años.
Es un muy buen año. Biosidus siempre se caracterizó por su crecimiento orgánico, porque está integrada verticalmente al 100%. Hacemos desde las líneas celulares hasta la fabricación del ingrediente activo del medicamento y después el producto terminado, que también exportamos. Pero también es importante agregar a la oferta productos de otras compañías -asociarse o representar- y este fue un año muy importante de crecimiento inorgánico. El deal más grande fue quedarnos con el portafolio de Sandoz para Argentina. Es un gran negocio, pero además nos da el sello de calidad de Novartis Sandoz. Cerramos también con Mundipharma otro producto y estamos cerca de cerrar algunos otros.
Es clave. Es una industria que requiere mucha inversión, compromiso a largo plazo y donde hay complementariedad entre compañías. Como ejemplo, tenemos un producto en desarrollo –en una fase muy avanzada–, parte de cuyo proceso productivo la estamos haciendo en mAbxience. Y la articulación público-privada es importante porque es una industria altamente regulada y con un alto impacto en la sociedad. En la pandemia se habló mucho de independencia sanitaria, entonces es muy importante articular acciones con organismos públicos.
El principal producto es la eritropoyetina, que se usa para anemia y en altas dosis para pacientes que están en tratamientos oncológicos inmunosuprimidos. Tenemos productos para esclerosis múltiple, osteoporosis severa, hormona de crecimiento y otros interferones que se usan para algunas indicaciones oncológicas. Con los productos en el pipeline buscamos incursionar en enfermedades poco frecuentes o desatendidas.
Históricamente tuvimos un área de I+D muy fuerte, nutrida por los mejores científicos de biotecnología del país. Seleccionamos proyectos pensando en el largo plazo. El proyecto más grande que tenemos en desarrollo empezó hace 10 años. Se trata de agalsidasa, una enzima lisosomal para enfermedad de Fabry, que está en la última etapa del desarrollo. Lo vamos a lanzar en Argentina a principios de 2025.
Estamos apuntando a cambiar el modelo de negocio, principalmente en América Latina. Pasamos de tener distribuidores a nuestras propias filiales. Hoy tenemos filiales en Paraguay, Colombia, Ecuador y México. Nos permite estar más cerca del negocio. También queremos seguir expandiendo el portafolio de forma inorgánica a través de alianzas y continuar creciendo, mantener el gen de innovación que nos trajo hasta acá y trabajar en una compañía moderna, con capacidad productiva suficiente para crecer lanzando productos propios de nuestro pipeline.