Inflación, brecha cambiaria, cepo a la importación, desabastecimiento…. más inflación, más brecha cambiaria, más restricciones…. y así continuamos girando -una y otra vez- en torno a los mismos problemas, mismas medidas, mismos resultados. Pareciera una reseña de la clásica película americana El día de la marmota, protagonizada por un genial Bill Murray cuyo personaje queda atrapado en el tiempo, despertando siempre un 2 de febrero y viviendo los mismos acontecimientos una y otra vez, una metáfora perfecta de cómo se repiten y se suceden cíclicamente las crisis argentinas. En nuestro caso, mediante políticas económicas que, en lugar de fomentar la expansión, dan la sensación de que estamos destinados a un círculo vicioso que pareciera no tener fin. Pero no nos desalentemos, quienes hayan visto el film saben que depende de cada uno cambiar la actitud para torcer el destino y que finalmente todo cambie.
La moraleja de esta película que se estrenó en 1993 no pierde vigencia, incluso bien podría estar inspirada en el espiral argentino de las últimas décadas. De hecho, su autor, el guionista estadounidense Danny Rubin confesó en un reportaje concedido al diario inglés The Telegraph, que su intención fue retratar la eternidad no como una línea recta, sino como un círculo, que justamente se coindice con esa sensación que tenemos los argentinos -ante cada nueva medida- de sentir esta película ya la viví. Spoileando el final, anticipaba que el protagonista logra escapar de la trampa que plantea el conflicto argumental, ¿cómo? actuando distinto, esta vez de forma constructiva y empática. El género del film es ciencia ficción, sin embargo, el mensaje final es 100% aplicable a la realidad de cada uno, de cada nación, del mundo entero.
Por eso, estoy convencida de que la Argentina tiene salida y justamente está cambiando el rumbo, en lugar de continuar adoptando medidas restrictivas, abriendo nuevos caminos, tanto a nivel local como a nivel internacional. El país debería presentar y sostener un plan de desarrollo a largo plazo -como lo hacen las potencias-, invirtiendo permanentemente en infraestructura, por ejemplo, mejorando y ampliando las rutas fluviales, terrestres, aéreas… porque en cada kilómetro ganado, hay nuevas oportunidades por conquistar.
Asimismo, para garantizar que las importaciones y exportaciones beneficien a las industrias y por ende al país, se requiere de mayor estabilidad en el mercado de divisas y consistencia en las políticas públicas, que hasta ahora se caracterizan por la permanente intervención, toma de medidas arbitrarias y cambio de reglas que dificultan la labor, las relaciones entre países y proveedores, y que a su vez generan brechas entre ganadores y perdedores. En definitiva, la ansiada estabilidad es necesaria y fundamental para salir de este círculo volátil y fluctuante que tanto nos recuerda a la marmota. Básicamente se trata de cambiar -como en la película- hacia una actitud y una visión más para adelante que nos permita avanzar, evolucionar y trascender el círculo que tan mareados nos tiene.
No obstante, a diferencia de un personaje de ficción, la realidad que nos toca vivir nos interpela, y lejos de acomodarnos en el lugar de la ´queja´, en nuestro sector tenemos que asumir un fuerte compromiso para promover soluciones, y no problemas, y ayudar a que las industrias argentinas sigan adelante. Sin dudas, la epopeya de dedicarnos al comercio exterior y logística en Argentina nos permite perfeccionarnos en el arte de sortear obstáculos, reinventarnos día a día y en esta coyuntura de cepo a las importaciones, reforzar nuestra red logística nacional -desde Ushuaia a la Quiaca- para estar a disposición de lo que el país hoy permite y los clientes locales necesitan con urgencia.